Santiago de Quiroga
Hacerse virtual tiene sus ventajas: se ahorra tiempo y dinero. La virtualidad permite reunirse sin viajar, comunicarse escogiendo los huecos que se producen a lo largo del día y nos permite planificarnos mejor.
Cuando hablamos de trasladarnos al mundo digital, estamos también dando la espalda al gasto en actividades que tienen que ver con el petróleo (como el transporte) y con energías que en el presente ya son un lastre para la economía.
La sanidad intenta hacerse virtual con la historia clínica, por ejemplo. Mantener las ventajas del papel y mejorar la práctica médica protegiendo también la confidencialidad del paciente. Los medios de comunicación quieren gastar menos en papel y mejorar más sus recursos digitales, aunque sigue sin haber un modelo de negocio claro. Otro ejemplo nos lo ofrece la web de Microsoft: tan sólo el 0,04% de los millones de usuarios hacen “click” en algún banner. Que hay que profundizar en lo digital no ofrece dudas, la forma de hacerlo y el momento ya es otra cosa. De llevarse a cabo, la solución combinada es la mejor; hacerse digital sin abandonar el mundo real.
Extremadura se adelanta al futuro y será la primera comunidad que implantará la e-receta. Y contará con algo que no es nada virtual: una farmacia real con un profesional al frente, cada vez que el paciente acuda con su tarjeta sanitaria.