Santiago de Quiroga | viernes, 20 de enero de 2012 h |

La orgía de recortes a toda costa ha llevado a situar la partida de farmacia en un nivel que cuestiona tanto la libertad de prescripción del médico como la garantía de acceso a los medicamentos de los pacientes. Alguien debería explicar la confusión que existe entre la tarea y la responsabilidad. No dudo de la capacidad de muchos políticos sanitarios, pero su trabajo es conseguir la mejor asistencia sanitaria, la optimización de los recursos, no el arte de recortar al que podríamos llamar recorting en el que algunos se han precipitado y lo han hecho suyo. Las subastas y los catálogos reducidos son solo un ejemplo, quizá los que son más transparentes: denotan un objetivo de rebajar lo que no puede bajar más, pero no ocultan, al menos, su intención.

Los políticos deben ser transparentes con las medidas que afectan a la población, como hizo Cataluña. Quizá por eso no ha tenido el partido gobernante, CiU, un coste electoral que lamentar en las elecciones generales. En Europa comenzó el semestre danés y uno de sus objetivos de su presidencia es crear un marco favorable para las empresas del sector sanitario, mientras que se promueve el acceso a los mejores tratamientos. ¿De qué sirve poner a disposición de médicos y pacientes innovación que se impide prescribir? Ganar eficiencia tiene que tener en cuentra el coste-oportunidad. No vale todo.

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