| viernes, 07 de enero de 2011 h |

Santiago de Quiroga

El año que empieza no es un año más en política farmacéutica. Y no lo es, por la misma razón por la que Jordi Ramentol, presidente de Farmaindustria, decía acertadamente hace escasas semanas: “Hablemos de sostenibilidad del país primero, y luego de la sostenibilidad del sistema sanitario”. Ramentol se refería con esas palabras a tener una visión más holística de la sostenibilidad, y que eso nos llevaría a afrontar los cambios que necesita el sistema sanitario que requiere España. Y ya se ha dicho desde estas líneas, que el actual presidente de Farmaindustria ha lanzado un enfoque nuevo, nunca antes visto en la patronal de la industria innovadora.

¿Y por qué el año que empieza no es un año más? Porque en política, el 22 de mayo (22M), va a ser un año de cambios autonómicos que transformaran el Consejo Interterritorial de Salud, incluyendo el cambio que ya ha desalojado al PSC del Gobierno de la Generalitat. En Cataluña el cambio, además, ha situado a un consejero de Salut con intenciones de dar un giro sanitario de primer nivel: se ha propuesto que las cosas sucedan y que la sanidad catalana cambie. No es un reto cualquiera.

Todos sabemos que Andalucía ha desarrollado una política farmacéutica desafiante con el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. Pero eso parece que solo molestaba a los ministros de Sanidad. Andalucía, como ahora Galicia, va por libre porque quiere desarrollar su propia política farmacéutica, al margen del Gobierno, esto es, de las competencias del Ministerio de Sanidad.

A modo de ejemplo, el PSOE tiene un futuro complicado en Andalucía, en donde ha perdido las ocho capitales desde 1995, con la excepción de Sevilla desde 2003. Los pactos de 2007 le permiten conservar la alcaldía de Sevilla, haber ganado Jaén y repetir en el Gobierno de Córdoba (con alcalde de IU). Ahora, las encuestas apuntan que puede perderlas todas. Y Sevilla sería la última gran capital de España en manos socialistas. La debacle que se avecina puede hacer perder las autonomías Castilla-La Mancha, Baleares, Extremadura, Aragón… una tras otra. Y con ello, la política sanitaria cambiará hacia los nuevos programas electorales.

En 2010, el 22M cambiará así la política farmacéutica autonómica, influyendo de una manera aún más clara en la política farmacéutica nacional. El Ministerio de Sanidad tiene un reto adicional de mantener la cohesión y evitar que un nuevo caos arrase (antes, pero especialmente después de las elecciones del 22M) las farmacias, la distribución, la industria innovadora, la de genéricos y la del autocuidado.