Medicina maternofetal/ Entre un 10 y un 12 por ciento de los niños sufren problemas del desarrollo cerebral y de aprendizaje

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C.O. Barcelona | viernes, 25 de noviembre de 2011 h |

El equipo de investigación en medicina fetal del Clínic es pionero en medicina y cirugía fetal y uno de los líderes en investigación en medicina fetal a nivel internacional. En más de 50 publicaciones internacionales en los últimos años ha demostrado que el retraso de crecimiento intrauterino podría explicar una parte importante de las alteraciones del neurodesarrollo y aprendizaje en niños. El retraso de crecimiento intrauterino es un problema de salud relevante. Ocurre hasta el 6-7 por ciento de los embarazos (anualmente 5.000 casos en Cataluña, 30.000 en España y más de un millón en el mundo). Aunque generalmente es leve y no produce complicaciones graves en el momento, es una causa frecuente de trastornos del neurodesarrollo cerebral y cardiovascular. Dado que es un problema detectable, representa una oportunidad para intervenir en una de las causas principales de alteraciones de la calidad de vida. El Clínic desarrolla un programa que permitirá detectar precozmente e intervenir en estos problemas, financiado por organizaciones nacionales e internacionales.

Contar con biomarcadores de imagen para el diagnóstico precoz del daño cerebral en niños ya es posible. Lo ha logrado el grupo de Medicina Materno-Fetal del Hospital Clínic de Barcelona, dirigido por Eduard Gratacós, que centra sus dos últimos trabajos en la detección precoz de los problemas en el neurodesarrollo mediante el estudio de las conexiones cerebrales —sustancia blanca neuronal— por Resonancia Magnética por difusión (difussion MRI) en niños de un año.

En la actualidad se sabe que uno de los factores principales de riesgo para la generación de daño cerebral es el crecimiento restringido intrauterino (CIR), que se da hasta en un 7 por ciento de los embarazos. Según estudios recientes, hasta un 30-50 por ciento de los bebés que han sufrido CIR presentan un desarrollo neurológico anormal en la infancia.

Gratacós, también jefe del grupo de investigación en Medicina Fetal y Perinatal del Instituto de Investigación Agustí Pi i Sunyer (Idibaps), presentó junto a Enric Banda, director del Área de Ciencia, Investigación y Medio Ambiente de la Obra Social “La Caixa”, los primeros resultados de un proyecto que se inició en enero de este año y que se está realizando gracias a un convenio entre estas dos instituciones, al que se dotó con 1,2 millones de euros.

Los dos estudios, que próximamente serán publicados en las revistas científicas Neuroimage y PLoS One, combinan diferentes tecnologías para lograr predictores individuales de desarrollo cerebral anómalo. En primer lugar, modificaron técnicas de resonancia magnética desarrolladas inicialmente para adultos y las adaptaron para aplicarlas en niños de un año (32 controles y 24 que había sufrido crecimiento restringido intrauterino). Con ello consiguieron delinear las conexiones cerebrales de los niños.

Según explica Gratacós, el siguiente objetivo era interpretar cuáles son las diferencias entre las conexiones cerebrales que se cuentan por millones.

Para ello, los investigadores utilizaron métodos basados en teoría de grafos, desarrollados para entender la organización de redes muy complejas. De esta forma identificaron grupos de conexiones cerebrales que eran diferentes en los niños que sufrieron retraso de crecimiento.

Finalmente demostraron que estas conexiones diferentes permitían predecir los resultados anómalos en los test de neurodesarrollo a los dos años de vida. En el segundo trabajo, los investigadores han demostrado conceptos similares en animales de experimentación.

La estimulación precoz en los primeros años de vida podría mejorar e incluso evitar en algunos casos estas anomalías —que no son apreciables hasta los seis o siete años y que tienen difícil solución— pero hasta ahora era complicado porque, como indica Gratacós, “los cerebros de estos niños presentan cambios muy sutiles y, por tanto, de difícil detección con las pruebas que se utilizan actualmente, como una ecografía o una resonancia magnética”.

Aunque son resultados preliminares, Gratacós confía en disponer de biomarcadores individuales como “realidad en la práctica clínimil niños de cerca de un año.

Otro reto es aplicar estos estudios en recién nacidos, y también se confía en la posibilidad de detectar de forma precoz otros problemas del embarazo, como la prematuridad o las enfermedades fetales en general.

Un 30-50% de los bebés que han sufrido CIR presentan un desarrollo neurológico anormal

En el 70% de los niños con problemas el daño cerebral se produce antes del nacimiento