Carlos B. Rodríguez Madrid | miércoles, 23 de marzo de 2016 h |

La fijación del precio de los medicamentos en la Unión Europea es una competencia de los estados miembro, pero puede mejorarse a través de la colaboración transfronteriza. Así lo asegura un estudio de la Comisión Europea que analiza el potencial que ofrecen dos herramientas. Una de ellas es el Sistema de Precios de Referencia Internacional (SPRI), un mecanismo básico a nivel mundial que sin embargo se ve ‘lastrado’ por su propio éxito. Las diferencias son tan grandes y abarcan tantas áreas que no siempre benefician a los intereses nacionales. Si los estados de la UE cooperasen, podrían mejorar la consecución de los objetivos que persiguen al apostar por este sistema: desde unos mayores ahorros a una mayor solidaridad.

La referencia de precios de otros países es ahora mismo la norma en la UE. Salvo Alemania, Suecia y Reino Unido, todos los estados miembro, así como Islandia, Noruega, Suiza y Turquía, hacen uso de esta herramienta. En 20 países, de los 31 encuestados en el informe, constituye la principal política de fijación de precios; en el resto es una mera herramienta orientativa junto con otros criterios. Esta diferencia de base soporta además distintas metodologías, distintos cálculos del precio de referencia, distintos tipos de medicamentos, cestas de países de todos los tamaños…

Hasta la fecha, el SPRI ha demostrado ser una política capaz de generar ahorros en algunos países, al menos en el corto plazo. Sin embargo, los ahorros podrían ser mucho mayores si los estados utilizaran los precios reales y no los que constan en los listados oficiales y que sólo benefician a un país. Los escenarios simulados en el informe (primer punto de la gráfica) lo dejan claro: frente a un escenario base (resultados después de 10 años), los autores estiman que los descuentos obligatorios aprobados por tres países (Alemania, Grecia e Irlanda) harían caer el precio medio de los fármacos un 27 por ciento de media. Pero en la mayoría de los estados los descuentos no son públicos. Se asume que esta práctica es habitual en las grandes economías europeas. Estimando un descuento medio del 20 por ciento para todas ellas, el precio medio en la UE caería aún más.

Otro de los consejos que el informe da a los estados que pretendan conseguir mayores ahorros con el SPRI es una revisión más sistemática de los precios. Como media, las revaluaciones tienen lugar cada 22 meses. En este caso, también la simulación (segundo punto de la gráfica) arroja resultados significativos. Si todos los países revaluaran sus precios semestralmente, después de 10 años sus precios habrían bajado de 78,1 a 73,6 euros, es decir, una caída media del 6 por ciento.

La cesta de países referenciados es otro elemento que los autores creen necesario tener en cuenta. Como media, los estados referencian a 13 países, aunque hay algunos, como Chipre, que tienen en su cesta a muy pocos países, mientras que otros, como Austria, incluyen a los 28 estados miembro.

La postura de los expertos, en este caso, también es clara: Menos es más. Los diversos escenarios manejados en el estudio consideran, para empezar, que referenciar a un pequeño número de países simplifica el trabajo administrativo. En segundo lugar, lo importante no es tanto seleccionar un gran número de países, sino ser muy cuidadoso a la hora de establecer esa selección. Las diversas hipótesis presentadas en el informe apuntan a lo acertado de ciertos países, como Grecia, que han decidido implementar una cesta de referencia muy pequeña, pero muy selecta, que incluye una representación de países con precios altos y bajos.

En esta línea, por ejemplo, el trabajo muestra la diferencia de precios que se generaría en dos escenarios (tercer punto de la gráfica): uno en el que cada país referencia a todos los demás y otro en el que sólo se referencian cuatro países: uno de nivel alto (Alemania), otro de bajo nivel (Italia) y dos de nivel medio (Finlandia y Portugal). Los precios varían drásticamente en el caso de algunos países en función de sus metodologías particulares. Los autores ratifican así que una selección de pocos países podría tener el mismo efecto que una cesta muy amplia, con el aliciente añadido de una menor carga administrativa. La elección de los países referenciados también se perfila como una herramienta estratégica. Por poner un ejemplo claro: en función de su metodología particular, un país podría salir ganando si, en lugar de tomar como referencia el precio menor de un grupo de países, referenciase en cambio el precio medio de otros,

Mejorar el acceso

El Sistema de Precios de Referencia Internacional es, básicamente, una herramienta orientada al precio y al control del gasto farmacéutico; no es ‘per se’ un mecanismo diseñado para mejorar el acceso a los fármacos. No obstante, algunas modificaciones también podrían ser beneficiosas para conseguir este objetivo. En esta línea, el informe recomienda a los estados referenciar a países de una similar situación económica y apostar por una fijación de precio ajustada por paridad de poder adquisitivo. Ambas orientaciones permitirían, según los autores, hacer frente a las limitaciones registradas en el sistema, que después de años de práctica ha sido acusado de dañar el acceso, bien retrasando el lanzamiento de ciertos productos en los países de menor renta; o generando en ellos unos precios inasequibles.

Los autores reconocen que los precios ajustados por paridad de poder adquisitivo dibujan un escenario que mejora claramente la situación de los países con menor renta de Europa, aunque es “difícil de implementar políticamente” por parte de los países con mayores ingresos. “Realizar tales ajustes probablemente requeriría un fuerte mecanismo de cooperación así como un deseo de introducir un componente de solidaridad en el establecimiento de precios de los medicamentos”, continúan los expertos, que aseguran que solo el intercambio de información y de las mejores prácticas porlos estados podría ser de gran ayuda para acabar con las limitaciones asociadas al SPRI.