Redacción Nueva York | viernes, 13 de enero de 2012 h |

La empresa farmacéutica estadounidense Bristol-Myers Squibb (BMS) anunció la pasada semana la compra de la biofarmacéutica Inhibitex, especializada en la fabricación de medicamentos contra la hepatitis C. La adquisición, rubricada ya por parte de ambos consejos de administración, por un montante cercano a los 1.968 millones de euros, se estableció en 26 dólares (20,5 euros) por acción, un valor que supera en más del doble el precio unitario por título de la empresa al cierre de la jornada bursátil el pasado 6 de enero, que fue de 7,8 euros en el mercado Nasdaq.

En este sentido, la junta directiva de Inhibitex ha recomendado a sus accionistas que acepten la oferta y, de hecho, ya ha llegado a un acuerdo con los propietarios de alrededor del 17 por ciento de las acciones comunes de la empresa para apoyar la transacción. “La adquisición de Inhibitex da continuidad a la larga historia de Bristol-Myers Squibb de descubrir, desarrollar y proveer nuevos medicamentos en virología y enriquece nuestro portafolio de investigación de medicinas para la hepatitis C”, aseguró el consejero delegado de BMS, Lamberto Andreotti, al tiempo que reseñó la gran necesidad médica que existe hoy en día en relación a la hepatitis C.

Por su parte, el máximo responsable de Inhibitex, Russell Plumb, afirmó que esta operación permitirá que el INX-189, el principal activo de la compañía en el desarrollo de análogos de nucleótidos para combatir el virus de la hepatitis C, y el resto de medicamentos contra enfermedades infecciosas adscritos a la compañía, quede “en las manos de una organización que puede desarrollarlos de una manera óptima y que cree tanto como nosotros en el potencial de INX-189 para el tratamiento del virus de la hepatitis C”.

Cambio de modelo

De esta forma, BMS prosigue con la exitosa reconversión de su modelo de negocio hacia el sector biofarmacéutico, iniciada hace ahora cinco años, a través de la adquisición de pequeñas compañías biofarmacéuticas y medicamentos experimentales. De hecho, según explicó el propio Andreotti durante la celebración del 30ª Congreso de Salud Global organizado en San Francisco, esta estrategia ya ha supuesto para la compañía el lanzamiento de cinco nuevos productos y la posible incorporación de otros dos, si es que finalmente se aprueban el anticoagulante sanguíneo Eliquis y un nuevo fármaco para la diabetes, productos que podrían llegar a ser “grandes ventas”.

A juicio del consejero delegado de BMS, la renovación del pipeline ha traído consigo, además de “un incremento en los ingresos, un impulso notable de la productividad —con un ahorro de casi 2.500 millones de dólares— y, por lo tanto, de los beneficios”. A este respecto, Andreotti aseguró que “los resultados avalan la estrategia inusual de BMS”.

Y es que, según él, mientras otras compañías han diversificado y añadido nuevas vertientes de negocio, como las vacunas o los medicamentos sin receta, con la intención de “suavizar” el impacto billonario que “el boom de los fármacos recetados de marca” ha propiciado en el mercado como consecuencia de la llegada de los genéricos, BMS apostó por una mezcla de químicos basada en pastillas y fármacos biológicos fabricados en las células vivas para centrarse en una serie de enfermedades como son la diabetes, la artritis reumatoide, el cáncer y los virus del VIH y la hepatitis C.