“Hoy día no es posible financiarlo todo”. Así de claro se mostró Rafael García Gutiérrez, director general de la Asociación para el Autocuidado de la Salud (Anefp), durante la presentación el pasado 5 de marzo de los datos de mercado Consumer Health en 2011. En un momento en el que este mercado ha bajado casi un 3 por ciento en valores de 2010 a 2011 y hasta un 5,4 por ciento en el número de unidades en ese mismo periodo de tiempo, García Gutiérrez cree que ha llegado el momento de dejarse de “demagogia” y de empezar a tomar decisiones “por razones sanitarias” y no tanto por motivos electorales. Para el director general de Anefp, “el Estado tiene que pagar lo prioritario, lo que el ciudadano no puede pagar”.
De ahí que desde la patronal de los productos de autocuidado se insista en la necesidad de que se produzca la desfinanciación de al menos tres grupos terapéuticos: lágrimas artificiales, mucolíticos y antidiarreicos, tres grupos terapéuticos que no están financiados en ningún otro país de la Unión Europea y que no supondrían la toma de decisiones en ningún otro ámbito. Esto es importante porque, según precisó García Gutiérrez, las áreas desfinanciables son todas aquellas eficaces en síntomas menores.
Así, si bien en alguna de ellas habría que tomar algún tipo de decisión, en los tres grupos terapéuticos en los que Anefp hace hincapié en los últimos meses no sería necesario, ya que cumplen los dos requisitos fundamentales para salir de la financiación del SNS: se puede desfinanciar el grupo terapéutico completo y no pueden ser sustituidos por otros productos que sí se quedarían dentro de la financiación. El cumplimiento de este último requisito eliminaría el riesgo de deslizamiento de las prescripciones, un efecto muy perjudicial económicamente que se produjo en el primer ‘medicamentazo’.
Pero entre estos motivos de desfinanciación no se encuentran ni el precio ni una baja utilidad terapéutica, factores todos ellos que, tal y como remarcó expresamente García Gutiérrez, en ningún momento deben ser tenidos en cuenta a la hora de sacar o no un producto de la financiación pública. Otra de las cosas que el director general de Anefp quiso apuntar durante su comparecencia es que el dinero que se ahorrara de la desfinanciación de lágrimas artificiales, antidiarreicos y mucolíticos debería ser de carácter finalista. Es decir, destinado íntegramente a su utilización en el ámbito sanitario.
Además, García Gutiérrez aprovechó también para recordar un estudio de la Universidad Pompeu Fabra que la asociación que él dirige reivindica desde hace años, un informe que ofrece unas cifras de ahorro directo de más de mil millones de euros en caso de que el 5 por ciento de los fármacos se viera fuera de la financiación pública. Pero el ahorro, según este estudio de Anefp, no se acabaría aquí, ya que también se reduciría el gasto sanitario por la disminución de visitas médicas (de aquellos pacientes que no precisan atención médica y que solo van a recoger una receta) y, por otro lado, también tendría lugar una reducción de costes por la disminución del absentismo laboral.
Eso sí, lo que no le parece una solución al director de la patronal de productos de autocuidado es el copago, un sistema que, en su opinión, ya existe y que además es injusto. Y es que, para él, el problema es que no se determina en función de la renta, sino en función de la procedencia de esta.
Cambio de paradigma
Por otro lado, respecto al RDL 9/2011, tanto Anefp como IMS Health, consultora que ha presentado los resultados de Consumer Health, consideran que es solo un punto y coma en los reales decretos que vendrán después, a los que se añadirá un escenario europeo cambiante debido a la situación de crisis que arrastramos desde 2008 y que parecen ser indicadores clave del cambio que se avecina en el mercado farmacéutico. Unos cambios que el farmacéutico tiene que afrontar de manera proactiva. “Tiene que cambiar la actitud del farmacéutico respecto a los productos de autocuidado, si es que quiere mantener la farmacia”, asegura García Gutiérrez.
Y para conseguir que la transición al nuevo modelo suponga una oportunidad de negocio real para el farmacéutico, este tiene que ser consciente de que ahora tiene dos productos en su oficina de farmacia: fármacos éticos y productos de autocuidado, y que estos últimos, además, se le pagan en el mismo momento de la compra. García Gutiérrez cree que ha llegado el momento de que el farmacéutico se desmarque del mercado de masas y empiece a “competir por servicios”, y así ponga en valor factores como la proximidad al ciudadano, la mayor disponibilidad horaria o la posibilidad de asesoría directa al ciudadano.