Santiago de Quiroga | viernes, 03 de febrero de 2012 h |

La capacidad de observar el mundo con diferentes perspectivas es algo que aprecio en los líderes. Una visión empática que te proporciona el rumbo de tu cometido. De la atracción natural por comprender las posturas y las visiones de otros se deriva el efecto adverso que ingeniosamente explicaba Michel de Montaigne, inventor de los ensayos, pensador y escritor muy influyente: que se contiene todas las respuestas. Ana Mato elaboró en la Comisión de Sanidad del Congreso un discurso completo que tiene una gran ventaja, no se le podrá reprochar que haga una cosa y la contraria, porque fue amplia en su contenido. Por ejemplo, habló de garantizar el acceso a los medicamentos innovadores, pero insistió en que se establecerán criterios de coste-eficacia. Nada que objetar, pero esos criterios, en algunas comunidades, valen casi tanto como la deuda griega: nada. La ministra fue amplia en su discurso y contenía todas las respuestas, como Montaigne. Cierto es que la ministra está trasladando una imagen de querer trabajar en la Sanidad (¡por fin una ministra que quiere!), y esto es compatible con su evidente inclinación a los Servicios Sociales y la Igualdad, para suerte de los ciudadanos.

Hemos pasado de la anterior ministra, que destacó por la brevedad de su mandato y capacidad, a otra ministra con muchas expectativas y con la responsabilidad que conllevan.

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