Francisco rosa Madrid | viernes, 11 de octubre de 2013 h |

También está moviendo ficha la alemana Bayer. En este caso, las novedades no vienen marcadas por una falta de crecimiento actual, sino que suponen una forma de garantizar ese crecimiento en el futuro. La compañía ha comunicado la entrada en la última etapa de desarrollo de “cinco prometedores candidatos” con los que se espera inciar la fase III en 2015.

Por un lado, anunció el inicio de la fase IIb con el nuevo fármaco de investigación BAY 85-3934 para pacientes con anemia asociada a enfermedad renal crónica y/o en fase terminal. Por otro, el laboratorio trabaja en el desarrollo de un oral estimulador de la guanilato ciclasa soluble BAY 1021189 para el área de cardiología. También están BAY 94-8862, un antagonista oral no esteroideo de nueva generación de los receptores mineralocorticoides que bloquea los efectos perjudiciales de la aldosterona; BAY 80-6946, un nuevo inhibidor oral de fosfatidilinositol-3 quinasas (PI3K) en el área de oncología; y BAY 1002670, un nuevo modulador oral del receptor de la progesterona para el tratamiento de larga duración en pacientes con fibromas uterinos sintomáticos.

Hay sectores en los que las compañías lanzan un producto al mercado y ya se pueden echar a dormir. No es el caso de la industria farmacéutica, que siente siempre sobre su cuello el aliento del patent cliff. O lo que es lo mismo, la competencia de los genéricos. Así lo mostraba recientemente un estudio de la consultora PriceWaterhouseCoopers, ‘From vision to decision: Pharma 2020’, en el que una de las principales conclusiones es la amenaza que va suponer la pérdida de patentes para el crecimiento del sector en el periodo comprendido entre 2012 y 2018, con un impacto estimado que podría superar los 148.000 millones de dólares.

Esta situación obliga a los laboratorios a redoblar esfuerzos en su actividad innovadora, que es la que les permite seguir creciendo de una forma constante y ofrecer una rentabilidad a sus inversores. Actividad innovadora propia, o adquisición de innovaciones de otros, ya que la productividad de la I+D farmacéutica ha caído significativamente y muchas compañías han optado por mirar hacia fuera para reforzar sus portfolios. Aunque al fin y al cabo, la innovación ajena redunda en lo mismo, en nuevos ingresos para cerrar en positivo las cuentas de resultados de los laboratorios.

Así, una de las compañías que ha enfrentado recientemente un bache por la pérdida de algunas patentes es la francesa Sanofi, que vio caer sus ingresos en el primer semestre de 2013, periodo en el que obtuvo unas ventas netas de unos 16.062 millones de euros, frente a los 17.381 millones que entraron en su caja en el mismo periodo de 2012. Una diferencia negativa de más de 1.300 millones que provocó que el CEO del laboratorio francés, Chris Viehbacher, reconociera la semana pasada que se trata de uno de los mayores impactos dentro del sector a causa de las pérdidas de patentes, aunque ya haya señales que llaman al optimismo.

Principales expiraciones

“La pérdida de exclusividad con Plavix, Avapro y Eloxatin en Estados Unidos a lo largo de 2012 ha tenido un impacto muy negativo en los resultados del primer trimestre. A pesar de ello, nuestras plataformas de crecimiento siguen arrojando resultados esperanzadores diabetes y vacunas crecen a doble dígito, al igual que los productos que proceden del pipeline de Genzyme”, indicó Viehbacher.

Para dar consistencia a su mensaje, el CEO de Sanofi hizo referencia al lanzamiento de Aubagio en Estados Unidos y la opinión positiva del Comité de Medicamentos de Uso Humano (CHMP) de la EMA con respecto al mismo medicamento. Asimismo, se refirió a las aprobaciones de Lyxumia, Zaltrap y Hexyon en Europa. Noticias todas ellas que han permitido que los responsables del laboratorio con sede en París puedan respirar tranquilos.

Un optimismo que además tiene visos de extenderse en el tiempo, dados los resultados que se están consiguiendo con algunas moléculas de su pipeline que ya han alcanzado la fase III, incluyendo la formulación de insulina glargina y alirocumab. Con todo ello, Viehbacher se atrevió a anunciar el retorno al crecimiento de las ventas de Sanofi de cara al último trimestre del presente ejercicio, una senda que esperan no abandonar.

Otra de las compañías que atraviesa por un pequeño bache es la americana Eli Lilly. Esta arrastra una merma en su facturación desde 2011, que tiene que como responsable principal a Zyprexa, un medicamento del área de las neurociencias que ha perdido, con la entrada de los genéricos, un 25 por ciento de sus ventas.

Para calibrar su impacto real en las cuentas de Lilly, basta mirar el informe anual de resultados de 2012, donde la facturación obtenida con este fármaco ascendía a los 1.700 millones, frente a los más de 5.000 millones que ingresaba la firma americana como resultado de su comercialización en 2010. Este bache se verá acentuado por “la pérdida de dos nuevas patentes en Estados Unidos en diciembre de este año”, según ha informado la compañía, que a pesar de ello espera volver a crecer en 2014.

El laboratorio tiene muchas esperanzas puestas en los 13 productos en fase III y 26 en fase II de su pipeline, así como en los próximos lanzamientos y aprobaciones. Concretamente, ha solicitado la aprobación de dos tratamientos para la diabetes, empagliflozina y dilaglutida, en Europa y Estados Unidos. También ha solicitado la autorización de ramucirumab para cáncer gástrico, y se prevé que podría ocurrir lo mismo con necitumab en cáncer de pulmón no microcítico escamoso en los primeros meses de 2014.

“Hemos hecho un gran esfuerzo para preparar a la compañía de cara a las expiraciones de patentes y a las nuevas demandas de los pacientes y los pagadores, que nos piden medicamentos que aporten un mayor valor. Estamos viendo cómo nuestra estrategia comienza a dar sus frutos, respaldada por los buenos resultados en nuestros ensayos clínicos y ahora estamos mejor preparados para iniciar una nueva de crecimiento que redunde en la compañía y sus inversores”, afirmó John Lechleiter, presidente de Lilly.