| miércoles, 01 de abril de 2015 h |

Amante del tiro al plato y la caza menor, Prudencio Rosique solía salir con su perro a cazar a palo mato, con el perro corriendo. “Son animales que nunca te traicionan”, solía decir. Una fidelidad de la que él hizo gala con su pasión, su vida: la farmacia. Una vocación que se truncó el pasado 30 de marzo, cuando un infarto se llevó por delante en su domicilio de Calasparra (Murcia) al presidente con más años al frente de un colegio de farmacéuticos en España, 27 años, nada más y nada menos. Al gran presidente.

El fallecimiento de Rosique ha causado una gran consternación dentro de la profesión farmacéutica. Y es que, Prudencio era una de esas personas que siempre iba con la verdad por delante, y eso, en este mundo actual, es algo que todo el mundo valora. “Siempre digo la verdad, siempre pienso lo que digo y digo lo que pienso”, decía este farmacéutico especialista en Análisis Clínicos y diplomado en Nutrición.

Licenciado en Farmacia por la universidad de Navarra, en 1973, Rosique evolucionó durante estos años al compás de los cambios que se producían en la botica familiar de la que se hizo cargo cuando acabó la carrera. Una evolución que, sin embargo, siempre conservó el valor de la tradición, como lo mantenía las tertulias que se seguían organizando en esa botica de Calasparra de la que se sentía orgulloso. Un orgullo que también afloraba cuando hablaba de su labor al frente del Colegio Oficial de Farmacéuticos de la Región de Murcia, a cuya presidencia accedió en 1988.

Y todo ello a pesar de los sinsabores que le daba de vez en cuando una profesión y un cargo que disfrutaba las 24 horas del día. Como los impagos que se produjeron en esta comunidad y que trajeron de cabeza a Prudencio durante mucho tiempo. Una preocupación que solo se disipaba cuando estaba en el campo, con su perro y su escopeta. Una preocupación que tras duros meses de negociación solventó, al conseguir que los farmacéuticos cobrasen sus facturas y convertirse, al mismo tiempo y por primera vez en la historia, en avalistas de la administración.

Precisamente, el retraso en el pago (la receta correspondiente a los medicamentos dispensados en el mes de marzo) y la renovación de esa póliza que permite a los boticarios murcianos cobrar las facturas de los medicamentos dispensados con cargo al Sistema Nacional de Salud, eran los dos temas en los que Prudencio estuvo trabajando durante el fin de semana antes de que se produjese el fatal desenlace. Dos asuntos en los que Prudencio mostró su fina puntería.

La farmacia murciana ha quedado huérfana con la muerte de Prudencio, porque él era el padre de esta farmacia murciana, al menos ha ejercido como padre durante los últimos 27 años. Una farmacia que se adaptó a la situación, que, como dijo el gran presidente, redujo gastos, hizo economía de guerra y buscó nuevos ingresos. Como dijo en 2011 en una A LA CONTRA realizada por Irene Fernández en EG: “Que se acuerden cuando no esté de lo bien que lo hicimos, porque no teníamos dinero y dimos los medicamentos”.