| domingo, 05 de octubre de 2008 h |

Recuerdo no pocas anécdotas, en algún momento de estos 400 números, explicando las posturas de EL GLOBAL, las opiniones editoriales, que no pasan desapercibidas. Sé que es más fácil no opinar, y que también este semanario fue pionero en esa costumbre. EL GLOBAL es un semanario que vive la actualidad informativa de la mano de los profesionales del sector, y los medios profesionales son siempre reivindicativos.

En la ‘comunidad del medicamento’, siempre hay más cosas que unen a las administraciones, los farmacéuticos, la industria y la distribución, que aquellas que les separan. Pero negar que siempre habrá diferencias es no comprender el sector. Afortunadamente, los responsables de liderar este sector suelen ser grandes conocedores de lo que les une y lo que les separa, y es la habilidad de trabajar en lo que les une lo que marca la diferencia con los auténticos líderes. Esto es lo que hace grande a este sector.

De todos los errores o faltas que hayamos podido cometer, asumo una gran parte. Muchos de los aciertos, que también los ha habido, son mérito de los excelentes profesionales con los que he tenido y tengo la suerte de trabajar todos los días en CONTENIDOS.

Mi deseo para los próximos 400 números es que este semanario siga siendo un lugar de encuentro, aunque eso no impida que las diferencias puedan existir. Y por esa razón nos reinventamos con este número que nos hace aún más globales.

En política, los gestos son importantes. Que el presidente del Gobierno llame al jefe de la oposición para tratar personalmente asuntos relevantes es un buen ejemplo de ello. De los gestos luego se pasa a los pactos, pero antes siempre hay un comienzo. Los gestos son las formas en política.

Veo preocupado que un grupo de personas hayan intentado agredir al Consejero de sanidad de Madrid, Juan José Güemes, por el hecho de que opine y actúe de forma diferente. Una agresión a un miembro de un Gobierno salido de las urnas, retrata a los agresores. Todos los partidos deben condenar la agresión y aislar a este grupo de incontrolados. El tipo de sanidad que tenemos seguirá debatiéndose —el tipo de modelo, de financiación y la forma de proveer el servicio sanitario, entre otras muchas cosas—. Este tipo de agresiones, son del género tonto, le hacen flaco favor al sector y a la libertad de opinión.

Un miembro de un Gobierno elegido en las urnas no puede ser objeto de agresiones físicas. Güemes tiene algo que excita aún más a los agresores (que no son todos los sindicalistas): en las situaciones de peligro su calma, aparente tranquilidad y ausencia de miedo, se interpreta como un desafío para los que agreden. Nuestros líderes deben saber manejarse en todas las situaciones y Güemes ha dado buena muestra de serenidad, evitando además que su agenda la condicionen una veintena de exaltados.