El Global Barcelona | miércoles, 15 de noviembre de 2017 h |

Con motivo del Día Mundial de la Adherencia, la Sociedad Española de Farmacia Familiar y Comunitaria (Sefac), con la colaboración de Esteve, ha editado el documento ‘Dispensación, adherencia y uso adecuado del tratamiento’. Es una guía práctica creada dentro del proyecto ADHe+, cuyo objetivo es reforzar el papel clave del farmacéutico comunitario en adherencia y ayudarle a detectar aquellos pacientes que no cumplen el tratamiento durante el proceso de dispensación. Y es que, actualmente, se calcula que hasta la mitad de los pacientes con enfermedades crónicas no cumplen adecuadamente el tratamiento prescrito.

El grado de adherencia y la efectividad de los tratamientos están directamente relacionados. Además del impacto en los resultados de salud, la falta de adherencia también supone un coste para el sistema sanitario que en Europa es de 125.000 millones de euros y de 200.000 muertes prematuras al año, asociándose además con una menor calidad y esperanza de vida. Además, también cabe tener en cuenta que el aumento del envejecimiento (España es actualmente el segundo país de la OCDE en esperanza de vida), de las enfermedades crónicas y de los pacientes polimedicados son factores que incrementarán este problema sanitario.

Todo ello convierte a la falta de adherencia terapéutica en un problema sanitario de primera magnitud. Los datos son contundentes: en pacientes crónicos la falta de adherencia es del 50 por ciento y llega a ser del 75 por ciento en enfermedades psiquiátricas, del 70 por ciento en pacientes asmáticos y del 50 por ciento en pacientes con hipertensión arterial, diabetes o colesterol.

El abordaje de la adherencia debe ser multidisciplinar, con una estrategia conjunta y la participación de todos los actores (paciente, familia, cuidador y profesionales) con el fin de detectar la falta de adherencia y poner en marcha acciones eficaces. Sobre todo de los profesionales sanitarios del primer eslabón, como el farmacéutico comunitario, quien por su posición estratégica y por sus conocimientos del paciente y de los medicamentos es un pilar clave e indispensable en el refuerzo de la prescripción del médico y en el seguimiento del cumplimiento terapéutico del paciente.

El objetivo de ‘Dispensación, adherencia y uso adecuado del tratamiento’ es dotar al farmacéutico de herramientas útiles e integrables en el trabajo diario de la farmacia que ayuden a detectar aquellos pacientes que no cumplen el tratamiento prescrito y a poder establecer una relación de confianza para conocer los motivos por los que no toma adecuadamente la terapia y poder reconducir esa falta de adherencia.

Rosa Prats, farmacéutica comunitaria que ha coordinado el documento en el que han trabajado varios expertos, señala que “el farmacéutico comunitario es una pieza clave en el abordaje de la adherencia, pues es el último eslabón de la cadena antes de que el paciente reciba el medicamento. Por ello, la guía es una magnífica herramienta que le ofrece la oportunidad, durante el proceso de dispensación, de ayudarle de una forma fácil y rápida a la detección y abordaje de pacientes no adherentes, tanto en la medicación que deciden recoger como en la que no”.

En este sentido, la decisión final sobre qué estrategia seguir debe ser individualizada teniendo en cuenta las circunstancias que rodean a cada paciente y su patología y utilizando medidas sencillas adaptadas a las mismas: técnicas conductuales, educativas, de apoyo social y familiar, dirigidas al profesional sanitario, Administración e industria o combinadas. Además, es crucial implicar al paciente como parte activa en la selección de dicha estrategia, ya que forma parte de su empoderamiento en salud.

Puntos clave en la comunicación con el paciente

Identificar las barreras que se oponen en la adherencia al tratamiento es el primer paso para determinar qué intervenciones son las más adecuadas para mejorarla. Para lograrlo, es fundamental que exista una buena comunicación entre el paciente y el farmacéutico comunitario, cuidando la empatía, las preguntas y escuchándole.

Los pacientes deben sentirse cómodos para poder preguntarle sus dudas o preocupaciones sobre la medicación. Y el farmacéutico debe comprender las razones por las cuales el paciente no está tomando de manera adecuada la medicación.

El documento Dispensación, adherencia y uso adecuado del tratamiento aporta otros nueve puntos clave de la comunicación del farmacéutico con el paciente. Estos son: establecer en cada caso la vía de comunicación más adecuada, animar a los pacientes a hacer preguntas sobre su enfermedad y su tratamiento. valorando el empleo de dibujos, símbolos e incluso idiomas diferentes, utilizar preguntas abiertas, hablar sobre las repercusiones de no tomar la medicación, dar la oportunidad al paciente de implicarse en las decisiones sobre el tratamiento, evaluar la adherencia de forma no crítica con el paciente o asumir que los pacientes pueden tener un punto de vista diferente. También hay que resaltar que no hay ninguna recomendación específica que valga para todos los pacientes y que hay que revisar periódicamente con el paciente sus conocimientos, comprensión y preocupación sobre sus medicamentos, ya que varían con el tiempo.

Perfiles distintos de pacientes

En el documento presentado se definen dos tipos de pacientes adherentes y tres tipos de pacientes no adherentes, y de cada perfil dependerá la actuación del farmacéutico para mejorar la adherencia.

Los pacientes adherentes pueden ser clásicos o modélicos. Los clásicos generalmente son varones mayores de 65 años con buenos hábitos de vida y buenos niveles de adherencia, aunque realmente no entienden por qué cumplen con el tratamiento. Mientras, los modélicos viven en hogares numerosos, tienen buenos hábitos de salud y su actitud colaborativa y activa determina, junto con su constancia y rigurosidad, los altos niveles de adherencia siendo no necesario desarrollar acciones específicas ellos.

Los pacientes no adherentes se clasifican en confundidos, desconfiados y banalizadores. Los confundidos son mayores de 65 años, la mayoría pluripatológicos, polimedicados y crónicos, que a menudo viven solos y a los que la complejidad del tratamiento –por el número de fármacos y la forma de tomarlos- les impide cumplirlo.

Los desconfiados son pacientes menores de 45 años en quienes la falta de confianza en el profesional prevalece sobre su capacidad de autogestión y que suelen ser exigentes con su médico y con el tratamiento. Si bien son conscientes de la importancia de cumplir la terapia, la falta de una buena relación con el profesional es condicionante. Finalmente, los banalizadores son menores de 45 años con una formación media-alta que padecen sólo una enfermedad, reciben un solo tratamiento y tienen apoyo familiar, siendo la falta de compromiso con su enfermedad la principal barrera para la adherencia y siendo poco constantes.