De Tardelcuende (Soria) a La Haya (Países Bajos). Farmacéutica de vocación y soriana de pura cepa. Comenzó su trayectoria profesional en el medio rural, ejerciendo en un pequeño pueblo de 400 habitantes. Pasados los años, llegó al Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos (CGCOF), organización farmacéutica colegial que la acogió con las manos abiertas y en la que, gracias a la dedicación y al esfuerzo diario, logró desempeñar el cargo de secretaria general para trabajar, codo con codo, junto a Jesús Aguilar, presidente del Consejo. Su tesón y su lucha por solventar las necesidades de la Farmacia española la han llevado a asumir, en el mes de septiembre, el cargo de vicepresidenta de la Federación Internacional de Farmacéuticos (FIP), tras presentar una candidatura ampliamente apoyada por un 69 por ciento, siendo la candidata más votada.

Pregunta: Antes de nada, felicidades por su nuevo cargo. ¿Qué se siente al asumir la vicepresidencia de la FIP y qué significa este logro para usted personalmente?

Respuesta: Siento, lo primero, gratitud. Es un trabajo diario constante de representación, de defensa y de empuje de la profesión. De repente te ves allí en Ciudad del Cabo, nombrada vicepresidenta mundial y echas la vista atrás. Solo puedo agradecer lo primero a mis pacientes de Tardelcuende, a todo el mundo que me ha acompañado en este camino, desde mi comité directivo hasta los Colegios y el propio bureau de la FIP, que vio en mí lo que fuera que viera y que me fue empujando en todo este desarrollo profesional, haciéndome llegar ahora a donde estoy.

Al final, los farmacéuticos españoles tenemos que sacar pecho de lo que somos. Hay que estar y, si se está, lógicamente también se lidera y puedes influir. También siento orgullo porque tengo claro que esto es un reconocimiento al trabajo que lleva a cabo la organización farmacéutica de este país. Es un reconocimiento a la profesión en su conjunto, pero muy en particular a la farmacia española.

P: ¿Cuáles son las principales líneas estratégicas en las que está trabajando actualmente la FIP?

R: Su hoja de ruta está enmarcada en unos diez objetivos. Destaca la importancia de generar alianzas y tener relaciones con organizaciones nacionales e internacionales para conectarlas con la Federación Internacional. Además, es crucial el fomento de la formación, en la FIP contamos con la Fundación Internacional de Educación, que se centra muchísimo en fomentar que los farmacéuticos, ya no solo que tengamos más farmacéuticos y más espacios, sino que estén cada vez más formados, preparados, educados para responder a los retos de la ciudadanía española, por supuesto, pero sobre todo mundial. También nos centramos en apoyar la labor del farmacéutico allá donde esté y visibilizar todo su potencial como experto en el medicamento y en todo lo que es la propia Salud Pública. El leitmotiv que yo lo llevo siempre conmigo que es que detrás de un medicamento tiene que haber siempre un farmacéutico. Somos un valor para trabajar en Salud Pública y también para empujar todos los cambios normativos y regulatorios en todos los países del mundo y que permitan el desarrollo profesional a más alto nivel. Otro de los aspectos primordiales es recuperar ese amor por la Primaria porque creemos que está existiendo cierta desafección. En este sentido, se debe potenciar su integración en el sistema sanitario. La resistencia antimicrobiana también es uno de los highlights. Todos tenemos que poner la carne en el asador, y el farmacéutico debe concienciar para que se utilice el antibiótico de una manera ordenada y además se haga un buen uso del mismo, porque si no, lógicamente se generan resistencias y esto todos sabemos lo que supone. Por otra parte, trabajamos mucho en todo el entorno de la enfermedad, tanto transmisible como no transmisible, a nivel de prevención, control y seguimiento y en liderar la transformación digital y en ser sostenibles.

P: ¿Cómo se ve “desde fuera” el potencial del modelo español de Farmacia?

R: La Farmacia española, y te lo digo porque lo vivo allí cuando voy, es ejemplo y muchas veces envidiada. Sobre todo en Latinoamérica porque la mayoría no tienen modelos de farmacia. Hay algunos que todavía “nos acompañan”, como pueden ser Argentina o Brasil, pero la mayoría no tiene nada que ver con el nuestro. Están altamente preocupados y siempre nos piden ayuda para fomentar que sus modelos tiendan o vayan hacia lo que es el nuestro porque el modelo español de farmacia es el más envidiado, sobre todo porque es capilar y accesible. Es verdad que nosotros todo lo tenemos mucho más sencillo, porque tenemos una gran estructura en red, por eso quieren y nos “utilizan” para intentar exportar modelo. Yo creo que el nuestro es uno de los mejores, eso lo tengo claro. Pero cada sociedad trabaja para dar soluciones a las necesidades que tiene cada territorio. Por lo tanto, cada modelo tiene sus fortalezas.

Es importante que en estas grandes líneas estratégicas pongamos el foco en dónde se están haciendo bien las cosas, cojamos proyectos que están funcionando y los trabajemos internamente a nivel mundial y como una mancha de aceite, cuando trabajamos en España con las comunidades autónomas, los consigamos extender en todo el mundo. Lógicamente, siempre teniendo en cuenta las diferentes necesidades porque los modelos sanitarios y los modelos farmacéuticos son distintos.

P: La pandemia de COVID-19 ha puesto de manifiesto el papel crítico de los farmacéuticos en la atención sanitaria diaria de la población. ¿Cómo se va a concienciar de la necesidad de que los profesionales estén bien integrados en los sistemas sanitarios?

R: Fomentar la incorporación del profesional farmacéutico en la Atención Primaria es crucial. En España, yo me siento incorporada, pero nos queda mucho por hacer, se lo repetimos al Ministerio día tras día. El marco estratégico de nuestra atención primaria no nos nombraba en un inicio ni una vez, hasta que conseguimos que nos incorporaran. Ahora, tanto el secretario de Estado como la ministra, están buscando ya líneas de trabajo estratégicas donde incorporar al farmacéutico siendo parte activa. Yo sí que veo que el mensaje permea, por lo que se debe transmitir también al ámbito global.

P: La equidad en el acceso a medicamentos y los problemas de suministro siguen siendo un desafío para el sector prácticamente en toda Europa. ¿Tiene en mente la “hoja de ruta” para abordar estas cuestiones?

R: A nivel de accesibilidad, la farmacia española es un ejemplo. Cuando sales fuera te das cuenta de la suerte que tenemos los españoles, porque en horas, encuentras un medicamento, lo tienes en tu farmacia. Eso es una conquista que tenemos los ciudadanos y que tenemos que valorar. En lo que respecta a los desabastecimientos, el PGEU arrojó el año pasado un documento en el que se corroboraba que empleamos una media de 9,5 horas a solventar estos problemas. Por eso, tenemos que trabajar en intentar prevenir y mitigar estas situaciones.

Desde la Agencia Europea de Medicamentos (EMA) ya se están creando esa alianza de medicamentos críticos y esa plataforma de recogida de información de los problemas ligados a la escasez de medicamentos. Todos estamos llamados a la obra para aportar. Como farmacéuticos, debemos trabajar en dar datos. En nuestro centro de información de suministro de medicamentos (CISMED) tenemos a más de la mitad de las farmacias españolas que comunican a diario qué es lo que está pasando en cada una de ellas. Por otra parte, estamos trabajando en un proyecto paneuropeo para crear un sistema europeo que nos permita arrojar este tipo de datos. Estamos creando entornos donde todos hablemos el mismo idioma y donde podamos recoger esa información. También disponemos de FarmaHelp, con el que resolvemos siete de cada diez consultas vinculadas a la disponibilidad de fármacos.

P: La innovación y la tecnología están transformando la farmacia. ¿Cómo se enfrentan a las desigualdades que hay entre países?

R: La digitalización existe y las herramientas existen, pero lo que está claro es que no en todo el mundo se pueden extender de la misma manera. Lo primero es que sepan que el farmacéutico existe, sobre todo en aquellos países donde esto no lo ven tan claro. La FIP recoge todas las buenas prácticas que hay en todo el mundo y las pone a disposición de todo el mundo. Y ahí cada país o cada organización sabe que cuenta con esto y sabe que puede tirar de ello en caso de necesidad para ponerlo en marcha, en función de sus sistemas, sus estructuras o también de que sus autoridades les permitan desarrollarlo. El mundo es muy plural y cada país cuenta con sus circunstancias, incluso culturales.

P: En su opinión, ¿cuáles son los mayores desafíos a los que enfrenta la profesión farmacéutica hoy en día y cómo esperas que desde la FIP se ayude a los farmacéuticos a superarlos?

R: A nivel mundial, todos tenemos más o menos los mismos retos y las mismas amenazas. Entre ellos, destacaría el déficit de profesionales sanitarios, la resistencia a los antibióticos, la sostenibilidad, el desarrollo digital y de la innovación, el uso de la Inteligencia Artificial (IA) o la calidad y la equidad en el acceso a los fármacos.

P: Alzando la vista al horizonte, ¿cómo ve el futuro de la profesión?

R: Veo el futuro verde, creo en esta profesión. El tiempo me ha demostrado que la profesión tiene 800 años de historia, pero le quedan muchos más porque somos una profesión, ágil, moderna, preparada y digital. Nunca miramos hacia abajo, siempre miramos hacia arriba para buscar soluciones.

Estoy convencida de que la Farmacia, si no es asistencial, no será y de que estaremos mucho más integrados en el sistema sanitario. Todos y cada uno de nosotros tenemos que trabajar por construir una mejor profesión porque si queremos, podemos.


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