Poder modificar la forma farmacéutica tras el mostrador es una de las demandas más repetidas por la profesión farmacéutica, en concreto, por la vertiente comunitaria. Los profesionales llevan reivindicándolo tiempo, sobre todo porque se encuentran a diario con pacientes que cuentan con dificultades para deglutir comprimidos, tienen restricciones dietéticas o que necesitan un cambio para mejorar la adherencia al tratamiento, como en el caso de los pacientes pediátricos o geriátricos.
En una entrevista a EG, Guillermo Bagaría, farmacéutico comunitario de Barcelona y miembro de “Avança Farma”, candidatura presentada a las últimas elecciones del Colegio Oficial de Farmacéuticos de Barcelona (COFB), hace alusión al tiempo de formación de los profesionales. “Cursan cinco años, 300 créditos en la licenciatura y se especializan en todo lo relativo al fármaco: farmacología, farmacognosia, farmacocinética, farmacodinamia incluyendo el viaje del organismo por medio del famoso LADME de cada uno de ellos (Liberación, Absorción, Distribución, Metabolismo y Excreción)”. “Este conocimiento se pone a disposición de los pacientes a diario, sin hora previa, sin colas ni esperas”, relata.
“Una normativa arcaica que denota desconfianza”
Pese a todo ese conocimiento que legitima al profesional, Bagaría lamenta que, desgraciadamente, la capacidad de sustitución de una presentación por otra por parte del farmacéutico comunitario, “está limitada por una normativa arcaica que denota desconfianza en el criterio profesional“. Indagando en el por qué de esta afirmación, relata que ésta se escribió hace 18 años con unas circunstancias muy distintas a las actuales y que sólo permite sustituir en caso de urgente necesidad o por situación de desabastecimiento. En todo caso el medicamento sustituto deberá tener precio menor e igual composición, forma farmacéutica, vía de administración y dosificación que el prescrito, señala.
“Si realmente queremos poner al paciente en el centro de la atención sanitaria nos falta confianza, diálogo y colaboración”
De esta forma, sostiene que se puede “leer entre líneas” que hay desconfianza, roles malentendidos y recelos entre competencias profesionales. “Si realmente queremos poner al paciente en el centro de la atención sanitaria nos falta confianza, diálogo y colaboración. Las instituciones corporativas tiene aquí un reto importante que abordar”, enfatiza.
Fármacos “de primera línea” que no pueden sustituir
Profundizando en la situación a la que se enfrentar a diario los farmacéuticos comunitarios, explica que en el caso de que la receta médica indique un medicamento, por ejemplo, en comprimidos, y en la botica dispongan del mismo medicamento, con igual concentración, pero en sobres, “el farmacéutico no lo puede sustituir”, subraya. “No estamos autorizados para cambiar una forma farmacéutica por otra, aunque se trate del mismo principio activo, la misma dosis y la misma vía de administración”, afirma Bagaría.
Al respecto, destaca el caso del paracetamol, que en su presentación de comprimidos efervescentes ha sufrido problemas de desabastecimiento. “No hay, en toda España”, asegura. Según indica, este problema se ha resuelto enviando al paciente de nuevo a la consulta médica para que le sea prescrito el mismo paracetamol, pero en comprimidos no efervescentes. “Como es obvio, el sobrecoste para el sistema sanitario y las molestias al paciente se pueden minimizar si dotamos al farmacéutico en el mostrador de mayor capacidad de sustitución”, enfatiza.
“El sobrecoste para el sistema sanitario y las molestias al paciente se pueden minimizar si dotamos al farmacéutico en el mostrador de mayor capacidad de sustitución”
Además, menciona el caso de amoxicilina o ibuprofeno, “son medicamentos de primera línea que con ley en mano no podemos sustituir”, lamenta. “Que un farmacéutico no pueda sustituir una amoxicilina de 250mg/5ml en suspensión oral por unos sobres de amoxicilina de 250mg carece de toda lógica”, subraya.
Una situación que impacta sobre el proceso asistencial
Como consecuencia directa de ello, afirma que hay un impacto notable sobre el proceso asistencial, que ya de por sí es “muy frágil” y que, en España, “cuenta con unas tasas de no iniciación y de falta de adherencia a los tratamientos elevadas”. “Todo lo que suponga una fricción evitable a la hora de retirar el medicamento, supone una pérdida de oportunidad y un malbaratamiento de recursos”, añade. Así, hace hincapié en que además de afectar a la adherencia, también se mancha la imagen del propio sistema sanitario. “Esto resulta frustrante y desalentador tanto para el paciente como para los profesionales”, comenta.
Disputas administrativas que “friccionan” la relación entre médicos y farmacéuticos
De hecho, alega que, a su vez, tiene un efecto negativo en la relación entre médicos y farmacéuticos comunitarios. “Nos aleja de la aportación profesional y respaldo mutuo que debiéramos tener entre profesionales sanitarios empantanándonos en disputas administrativas estériles y que nos friccionan”, comenta. “El prescriptor no entiende el motivo de derivación y le supone una sobrecarga de trabajo innecesaria”, indica.
Actualizar la normativa y mirar a los países vecinos
Una de las cuestiones es si el cambio de forma farmacéutica debería estar limitado a ciertas formas farmacéuticas o consideras que se debería tener libertad total para realizar la modificación. En este sentido, el miembro de “Avança Farma”, comenta que “toda aquella sustitución de forma farmacéutica que no implique una modificación farmacocinética debería ser susceptible de ser realizada“. No obstante, añade que considera que “se debería revisar, actualizar y consensuar toda la normativa, incluida la de medicamentos no sustituibles”. “Es absurdo que no se puedan sustituir licencias de inhaladores (como el Relvar® y el Revinty® ellipta) porque esta limitación no ayuda al paciente”, añade.
Francia o Escocia, entre los países más avanzados en el ámbito vinculado a la capacidad de sustitución
Bagaría explica que, en la actualidad, afortunadamente hay cierto margen para resolver determinadas situaciones (como la sustitución del ibuprofeno de 600mg y 20 comprimidos por el envase de 40 comprimidos) que son admitidas en determinadas comunidades autónomas como excepcionalidad. De hecho, alzando la vista a la situación que viven otros países vecinos, hace referencia a que hay algunos que son más avanzados en la capacidad de sustitución como Francia o Escocia donde incluso la formulación magistral entra en juego para dar respuesta. “Es sin duda una línea que debería abordarse en nuestro país lo antes posible”, insiste.
Reivindicaciones para paliar esta situación
Desde “Avança Farma” consideran que “el farmacéutico como especialista en los medicamentos, dispone de la competencia profesional para valorar la equivalencia terapéutica entre diferentes formas farmacéuticas y concentraciones de un mismo principio activo“. Además, aluden a que la responsabilidad profesional del farmacéutico en la dispensación de un medicamento se centra en garantizar el uso correcto del mismo por parte del paciente, evaluando la correcta indicación, adecuación, posología, vía de administración y duración del tratamiento.
Por otro lado, señalan que el farmacéutico comunitario es el último profesional sanitario que interviene en el proceso asistencial antes de que el paciente tome un medicamento. Motivo de ello, sostienen que “su aportación profesional es clave para optimizar el éxito terapéutico y debe tener herramientas para garantizar la adherencia terapéutica“.
También mencionan que incrementar la capacidad de sustitución del farmacéutico en la dispensación garantiza la toma segura del medicamento, agiliza la adecuación del tratamiento, mejora la adherencia y supone un ahorro de costes para el sistema sanitario.
La pelota, en el tejado de las autoridades correspondientes
Por todo lo anteriormente citado, solicitan tanto al Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos (CGCOF) como a la Agencia Española del Medicamento y Productos Sanitarios (AEMPS) que implementen una serie de modificaciones. “Supondrían avance profesional beneficioso para paciente, sistema sanitario y profesión”, garantizan.
En concreto, que se revise la limitación propuesta a la sustitución de distintas formas galénicas de un mismo principio activo aptas para la misma vía de administración y que pase a ser una de las facultades inherentes al proceso de dispensación. Así, proponen que el farmacéutico pueda sustituir una galénica determinada siempre que:
- El paciente manifieste algún problema con administración de la forma farmacéutica prescrita.
- La presentación prescrita no esté disponible en la farmacia.
- Se mantenga la vía de administración.
- Se pueda fraccionar la dosis dispensada para adaptarla a la prescrita.
Siguiendo esta línea, inciden en que también es crucial que se promuevan vías de comunicación digital eficiente entre prescriptor y dispensador para que no recaiga sobre el paciente la transmisión de mensajes entre profesionales.