Los desafíos en el terreno de la salud presentes y futuros requieren de nuevas estrategias que incorporen diferentes disciplinas con una meta común: mejorar el bienestar de los pacientes. A pesar de que quede mucho camino por recorrer en el desarrollo potencial que la farmacia puede aportar a la atención asistencial, la práctica colaborativa entre sanitarios es cada día más frecuente. Hasta el momento, han surgido publicaciones al calor de esta cuestión, pero pocos han sido acreditadas en la práctica clínica. Ahora, gracias a ConSIGUE-farMED, la primera herramienta de este tipo validada en España, se puede medir la práctica colaborativa entre farmacéuticos comunitarios y médicos.

Ana Isabel Sánchez Molina.

Los servicios de farmacia agrupan diversas actividades básicas, como en el caso de proporcionar información sobre medicamentos, hasta servicios de toma de decisiones clínicas más complejos, como revisiones integrales de medicamentos o gestión del estado de la enfermedad, que a menudo requieren de una mayor colaboración con otros profesionales. Este estudio es una tesis escrita por Ana Isabel Sánchez Molina, junto al Grupo de Investigación en Atención farmacéutica de la Universidad de Granada, que es pionero en el desarrollo de investigación en la farmacia comunitaria en España.

“Estuve buscando en la literatura donde me encontraba modelos y herramientas que no estaban validadas empíricamente; modelos teóricos que no se podían utilizar”, justifica Sánchez Molina. Por ello, la investigadora se marcó como objetivo diseñar una herramienta que evaluara dicha práctica profesional colaborativa desde la perspectiva del farmacéutico comunitario. Además, también permite calibrar el impacto de la prestación del Servicio de Seguimiento Farmacoterapéutico sobre el nivel de práctica profesional entre ambos profesionales.

El análisis se ha llevado a cabo en España y ha contado con la participación de una muestra de farmacéuticos comunitarios que brindaban revisiones de medicamentos con seguimiento y una muestra aleatoria de farmacéuticos que brindaban atención habitual.

Factores del estudio

“Cualquier herramienta que sea utilizada para medir algo debe cumplir dos criterios: la validez de contenidos y fiabilidad; esta tesis los cumple”, señala Molina. La investigación presenta una hoja de ruta a través de un cuestionario que asiente en tres factores de estudio y 14 ítems-preguntas con las que se define el nivel de colaboración entre los profesionales médicos y farmacéuticos. Después, la práctica profesional colaborativa se mide mediante una única puntuación global para todo el cuestionario y una puntuación para cada uno de los factores estudiados. La suma de las puntuaciones sirve para determinar el nivel percibido de colaboración y también permite evaluar los cambios en la colaboración a lo largo del tiempo.

El primer factor es la ‘Activación para la práctica profesional colaborativa’. El farmacéutico comunicaba al médico la evolución del estado de salud de los pacientes y de los resultados de la prestación de servicios y da la oportunidad al segundo de evaluar los beneficios.

El segundo se denomina ‘Integración en la práctica profesional colaborativa’ que explica la percepción del farmacéutico comunitario respecto a la respuesta del médico, donde este solicita la opinión del médico respecto a los servicios profesionales prestados. Incluye ítems como: “Este médico me hace recomendaciones para mejorar la atención médica de ciertos pacientes”. O la percepción de llegar a un consenso: “Este médico y yo estudiamos conjuntamente estrategias para mejorar la atención de la salud del paciente”.

El tercer factor es la ‘Aceptación profesional de la práctica colaborativa’. Este factor incluye la aceptación por parte del médico del papel activo del farmacéutico comunitario en el control de la eficacia y seguridad de los medicamentos. De esta manera, refleja la interdependencia entre médicos y farmacéuticos comunitarios al compartir decisiones sobre el seguimiento de la terapia farmacológica del paciente.

Conclusiones

El estudio partía de la base de la necesidad de implementar herramientas que permitieran evaluar el nivel de práctica profesional colaborativa entre los dos proveedores de atención médica, con el objetivo de mejorar los servicios profesionales orientados al paciente. Las estrategias de cooperación profesional cada día son más frecuentes y complejas, de ahí la oportunidad de un instrumento que tenga la capacidad de medir el nivel percibido de práctica colaborativa y monitorear los cambios a lo largo del tiempo.

“La herramienta es útil para cualquier servicio profesional que se preste en la farmacia comunitaria. Va a posibilitar la medición de la practica colaborativa en el ámbito de la atención primaria en cualquier servicio profesional”, explica la investigadora. No sólo puede medir seguimiento farmacoterapéutico, también los servicios de dispensación, los sistemas personalizados de dosificación o la falta de adherencia, entre otros.

Gracias a ello, su implementación facilitará la elaboración de estrategias a futuro que ayuden a mejorar la práctica profesional sanitaria, en un momento donde la relación de trabajo entre farmacia y medicina se torna fundamental para mejorar nuestros sistemas de salud en general y de atención primaria en particular.


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