Vicente Javier Baixauli es el nuevo presidente de la —en su nueva denominación— Sociedad Española de Farmacia Clínica, Familiar y Comunitaria (Sefac). Su antecesor, Jesús C. Gómez, dijo de él en una entrevista en EG que era “una cabeza privilegiada y a quien dar siempre la última palabra en una reunión”. Toda nueva responsabilidad puede acarrear respeto por lo desconocido, pero la experiencia lo paliará en buena parte: los últimos ocho años ha ejercido como vicepresidente. Al nuevo máximo responsable de Sefac se le nota preocupación — se podría elevar a enfado— con la infrautilización que se está haciendo de las farmacias en esta pandemia.
Pregunta. Enhorabuena. ¿Con qué retos accede al cargo?
Respuesta. Los retos de Sefac y de esta junta son los retos de la farmacia comunitaria. En 2012 Sefac ya publicó una lista de 11 retos a modo de plan estratégico y algunos aún no se han conseguido. Pero también es cierto que el reto principal y más inmediato es que las farmacias tengan una colaboración activa en el COVID y que su sociedad les prepare para ello. Por ejemplo, acabamos de reeditar el curso formativo en torno a pruebas diagnósticas de COVID-19 por si los farmacéuticos acabamos realizando test de detección. También nos importa mucho y estamos centrados en seguir avanzando en la atención farmacéutica domiciliaria.
P. Por ir cerrando capítulos. Accedió a la presidencia en el marco del último —y primero digital— Congreso Nacional de Farmacéuticos Comunitarios. ¿Qué valoración hace del encuentro y la nueva experiencia?
R. La valoración es de éxito. Es la primera vez que una entidad farmacéutica hacía un congreso virtual de estas dimensiones. Era un reto. A pesar de las dificultades que supone la pandemia, hemos sabido sacar este congreso adelante. Ahora toca el análisis. Esperemos que haya sido el primer y último congreso virtual; será buena señal del control de la pandemia. Si la próxima edición tuviese que ser virtual o mixto, ya tendremos experiencia.
P. Del pasado más reciente a la actualidad. Antes ya aludió a los test. Si en torno a funciones como esta le pregunto por qué en España “no” y en buena parte del mundo “sí”, ¿tiene respuesta?
R. Lo tengo claro; por intereses para que no se hagan en las farmacias. Hay una politización de la farmacia. Lo que haga o deje de hacer la farmacia es objeto de la política, no de la Sanidad, desgraciadamente. Si de verdad los decisores se dejarán guiar por los científicos, por ejemplo, en el ofrecimiento de vacunar en farmacias, solo tendrían que ver las publicaciones existentes y los ejemplos internacionales donde se constatan los positivos resultados de cara a incrementar las tasas de cobertura. Es evidencia científica. Pero tenemos decisores negacionistas. Porque tienen la evidencia y no quieren verla. No puede ser, por tanto, un problema sanitario. Lo mismo pasa con los test; hay situaciones que no puede ser verdad que estén pasando.
P. ¿Por ejemplo?
R. En las farmacias ya se hacen test de VIH o de glucemia que, como mínimo, tienen la misma complejidad que algunos de las actuales pruebas rápidas que se emplean en detectar la COVID. Es más, unas pruebas que se hacen con convenios con las propias Administraciones. Las mismas Administraciones que consideran al farmacéutico capacitado para esos cribados piensan lo contrario con test que tienen la misma metodología. No es comprensible este veto. Mucho menos justificarlo en la incapacidad técnica del farmacéutico. Son decisiones en las que los pacientes importan poco.
P. El rechazo de entidades de Enfermería a la realización de test ya era conocido. Estos últimos días se ha añadido el del Consejo General de Colegios de Médicos. ¿Eso dificulta más el objetivo?
R. Mi opinión no cambia sea cual sea la entidad que manifiesta este rechazo. Yo vuelvo a aludir a la situación epidemiológica que vive España. ¿Hace falta recordar lo que está ocurriendo? Es notorio el retraso en la detección de positivos. La realidad es esa y hay que preguntarse cómo solucionarla. No se puede decir que no hay recursos humanos suficientes y no hacer uso de otros recursos y estructuras sanitarias.

P. Hay quien piensa que para la farmacia esta crisis es un “ahora o nunca” de cara a aumentar su rol. Si nada cambia, ¿el tren lo perdería la farmacia o el SNS?
R. Si no se quiere contar con la farmacia, eso tendrá un coste sanitario, y la responsabilidad será del que ha decidido no contar con ella. ¿Es un problema también para la farmacia, que tiene claramente una misión sanitaria? También lo es. Pero, sobre todo, para el SNS. Hay muchísimos casos en los que no se está detectando la COVID precozmente y eso acarrea la expansión y, desgraciadamente, fallecimientos. La responsabilidad no es de los que estamos ofreciendo nuestra mano. Desde el primer momento la profesión farmacéutica se ha ofrecido para muchas cosas. ¿Por qué en la mayoría de países y aquí no? ¿Somos distintos los farmacéuticos españoles?
P. Respecto a la vacunación, uno de los mensajes para rechazar replicar las iniciativas internacionales pasa por argumentar que “no se pueden comparar modelos sanitarios ni farmacéuticos”. ¿Aceptamos barco? ¿Entiende una crisis así de modelos?
R. No me vale. Claro que son modelos diferentes, pero las funciones de las que estamos hablando, como administrar vacunas o realizar pruebas de COVID, no es cuestión de modelos. No puede ser que, como farmacéutico, cruce la frontera con Portugal o los Pirineos y pueda vacunar, y que en España nos digan que no estamos capacitados. No es cuestión de modelos o sistemas sanitarios sino de necesidades. La colaboración y la coordinación entre niveles, lejos de ser una laguna, debería ser la norma. A veces se obvia que a la farmacia es un centro sanitario al que acuden pacientes con problemas de salud. Y durante la pandemia se les ha asistido al cien pro cien de actividad cuando no ha ocurrido lo mismo con los centros de salud.
P. Aparquemos la pandemia para hablar de la nueva legislatura que arranca en Sefac. Imagino que el objetivo es seguir promoviendo acuerdos y documentos de consenso con las sociedades médicas, ¿no?
R. Las sociedades científicas tienen la importante misión de generar conocimiento en su área de influencia. Uno de los problemas que tenemos, y en los que seguiremos incidiendo, es la falta de adherencia y la falta de asistencia sanitaria a crónicos y polimedicados porque la atención se está enfocando en la COVID-19.
P. En esta nueva etapa se amplía la denominación de Sefac al añadir el adjetivo de “clínica”. ¿Por qué es importante este concepto?
R. Hay quien tiene interés en que a los que acuden a las farmacias se les señale como “clientes”. Es un interés parecido a los que indican que el concepto de “farmacia comunitaria” no existe. Y no es así. Son pacientes, como en el resto de estructuras asistenciales. Y por eso consideramos que es importante reflejar nuestro perfil clínico y dejar claro que en nuestras farmacias se llevan a cabo labores clínicas con los pacientes. Y queríamos que el nombre de nuestra sociedad deje muy claro a lo que nos dedicamos.
P. Una última pregunta. Es la cúspide de la Junta, pero, ¿qué destaca del resto de su equipo?
R. Llevo mucho en Sefac, casi desde que arrancó. En todo este tiempo he conocido a muchos farmacéuticos compañeros que piensan como yo, compartimos objetivos…No hubiera dado el paso a la presidencia si no hubiera sido rodeado del equipo de profesionales de esta junta directiva. Sefac ha crecido mucho y dirigir una sociedad de estas dimensiones sin ayuda es difícil de llevar a cabo.