El Global Madrid | martes, 25 de octubre de 2016 h |

La red colaborativa por la cual se detecta el riesgo de exclusión social de personas que viven solas se extiende. El proyecto Radars, se inició en 2008 en el distrito de Gracia de Barcelona y ahora, gracias al acuerdo firmado este martes entre el presidente del Colegio de Farmacéuticos de Barcelona, Jordi de Dalmases y la teniente de Alcaldía de Derechos Sociales, Laia Ortiz, se le da continuidad y se amplía. Gracias a la colaboración e intervención coordinada de farmacias, comercios, servicios sociales y vecinos y vecinas voluntarios, 31 barrios de la ciudad disponen de este proyecto. Una de las novedades del convenio es que las farmacias se puedan convertir en punto de encuentro y ofrezcan un espacio de intercambio de experiencias entre los afectados y donde se pueda desarrollar puntualmente intervenciones de educación sanitaria.

El proyecto Radars, que actualmente evita a 712 personas mayores el riesgo de exclusión y aislamiento, se amplía ahora a los barrios de Trinitat Vella, Roquetes, Sarrià y Tres Torres, con la vista puesta en extenderlo a dos tercios de la ciudad en los próximos tres años.

Radars coordina la colaboración de entidades, vecinos y vecinas, comercios del barrio, farmacias, y otros servicios, para vertebrar una red comunitaria que posibilite, además de la detección de la gente mayor en riesgo de aislamiento o con sentimiento de soledad, que también permita el desarrollo de acciones preventivas para que personas mayores en situación de vulnerabilidad puedan continuar disfrutando de autonomía.

Según De Dalmases, “es una satisfacción para la profesión la renovación de este Convenio, puesto que permite demostrar, una vez más, la utilidad social de la farmacia y el compromiso que tiene con las personas. Somos los agentes sanitarios más cercanos, y gracias a proyectos como Radars, podemos desarrollar acciones que van en coherencia con nuestra voluntad de aportar valor al entorno y, más concretamente, mejorar la calidad de vida de las persona mayores, que es uno de los principales colectivos con quienes tratamos en la farmacia”. Por su parte, Laia Ortiz ha destacado que Radars “es un ejemplo extraordinario de implicación de la comunidad en la calidad de vida de sus propios vecinos y vecinas”, y ha celebrado que la colaboración haya permitido un crecimiento sostenido del proyecto a lo largo de los años “que queremos continuar fortaleciendo”. “Una vida comunitaria densa, activa, implicada y comprometida es capital social, un capital tan valioso como el económico”.

El ‘radar’ de las farmacias

Los farmacéuticos tienen un perfil idóneo como agentes de salud y las boticas están plenamente integradas en el tejido social del entorno. Cada establecimiento puede escoger el tipo de intervención que realiza en el marco del proyecto, y puede actuar como radar básico, en el que el farmacéutico podrá identificar y comunicar situaciones de riesgo relacionadas con la población diana, aconsejando y derivando las personas a la red de Servicios Sociales vía telefónica o por correo electrónico. Una vez facilitada la información del posible usuario, los técnicos municipales validarán el caso, para explorar la gravedad de la situación y derivarlo al Centro de Servicios Sociales correspondiente. Si las farmacias actúan como espacio de mediación, el boticario intercede y hacer que la farmacia sea un punto de encuentro entre la persona mayor y los Servicios Sociales. También puede hacer difusión del proyecto. Si ejerce como radar especializado, el farmacéutico puede complementar la tarea de Servicios Sociales, trabajando en los casos que se ha determinado que requieren de una actuación de cariz sanitario, como por ejemplo la revisión de medicamentos, seguimiento farmacoterapéutico con dispositivos de dosificación personalizada, o educación sanitaria ante una patología.