Las enfermedades cardiovasculares suponen la primera causa de muerte en España, según datos del Instituto Nacional de Estadística. Este desafío sanitario incumbe a todos los profesionales de la salud y, por tanto, el farmacéutico puede desempeñar un papel importante en la prevención y el tratamiento de estas dolencias. La accesibilidad y la capilaridad de la botica —el censo de farmacias es una por cada 2.135 personas— la encumbran como un centro sanitario cercano con potencial para evitar o mejorar el comportamiento de la enfermedad. Su papel en la adherencia al tratamiento y en la promoción de la salud mejora el pronóstico a largo plazo y reduce las cifras de mortalidad y hospitalizaciones.
“La farmacia debería tener un papel primordial para prevenir la enfermedad y promover la salud”, expresa Juan Enrique Garrido, vocal de oficina de farmacia del CGCOF. Cada día más de dos millones de personas entran a una botica y uno de cada cuatro, cuenta Garrido, se lleva un consejo farmacéutico. “En muchos municipios somos el único centro de salud que existe”, incide. ¿Qué se puede hacer desde la farmacia? Las actuaciones del profesional pueden mejorar la salud del paciente de la ayuda o alerta en el diagnóstico, medir factores de riesgo —como la tensión, glucosa, sangre—, controlar al adherencia, recomendar complementos o reforzar un estilo de vida saludable.
Sobre esto último, un factor determinante para evitar las enfermedades cardiovasculares es la prevención. El farmacéutico puede educar en salud a través del consejo, la indicación y la promoción de salud. La clave, por tanto, se halla en enfocar la enfermedad: actuar antes de que aparezca. “Desde los hospitales estudiamos factores como si el paciente fuma, es hipertenso, tiene diabetes, dislipemia o antecedentes familiares, tratamos, ponemos stents… pero no desarrollamos el tema de perder peso, que evitaría muchos casos”, cuenta José Abellán, cardiólogo del Hospital General Universitario Santa Lucía. Aquí el farmacéutico, a través del fomento de buenos hábitos de vida, puede evitar el aumento de colesterol en las arterias. También existen complementos que pueden mejorar la calidad de vida de los pacientes, como el Omega 3, la Monacolina o la Coenzima Q10.
De hecho, diversos estudios han demostrado que el farmacéutico puede jugar un papel relevante en la prevención primaria y secundaria de las enfermedades cardiovasculares, “principalmente a través de la educación y el asesoramiento al paciente, la gestión de la seguridad de los medicamentos, la revisión, la monitorización y la conciliación de la medicación, la detección y el control de factores de riesgo cardiovascular específicos y resultados clínicos”. También importante la adherencia, ya que, cerca de la mitad de los pacientes no toma la mediación o, incluso, la tercera parte no llega a retirarla nunca.
Claves de la enfermedad cardiovascular
Cuando se habla de la enfermedad cardiovascular, explica Abellán, lo primero en lo que se piensa es en la insuficiencia cardiaca, pero incluye otras dolencias que atañen tanto al corazón, como al cerebro o los riñones. “Los órganos más demandantes energéticamente son el corazón y el cerebro, los que más manifiestan la enfermedad, pero las consecuencias de la enfermedad renal también son potencialmente mortales”. La arterioesclerosis y la aterosclerosis son las principales causas y las placas que se forman están basadas en depósitos de colesterol. “Si no hubiera colesterol no habría enfermedad cardiovascular tal y como la conocemos, pero el colesterol cumple unas funciones fundamentales en nuestro cuerpo”, comenta.
Hasta ahora la teoría lipídica había sido la más aceptada: la grasa que consumimos aumenta el colesterol en sangre y se deposita en las placas, que a la larga promueven las enfermedades. Fisiológicamente el 70-80 por ciento del colesterol que hay nuestro torrente sanguíneo lo crea el propio cuerpo; la vía exógena representa, en general, el 20-30 porciento. Pero, manteniendo unos niveles de colesterol normales, se puede llegar a producir infartos como consecuencia de dichas placas. “Eso lleva a la conclusión de que el colesterol no es lo único importante y aparece la teoría inmunometabólica o inflamatoria, que explica los factores asociados a la creación de placas”. Es decir, existen factores que producen una inflamación que desemboca en una disfunción endotelial, este hecho posibilita que, con el tiempo, se produzcan depósitos de placas de colesterol y ateroma.
Esta circunstancia se constata en nuestro sistema digestivo. Como explica el doctor Abellán, dietas altas en azúcar, sal o ultraprocesados, dañan la barrera intestinal y los microorganismos pueden pasar a nuestra circulación, interaccionar y activar nuestras células de defensa. Esta situación puede provocar una inflamación crónica de bajo grado que, con el paso de los años, puede dar pie a una enfermedad cardiovascular. “En definitica, le puede abrir la puerta del colesterol a nuestras arterias”, resume.
A nivel individual, ¿qué se puede hacer? Lo primero es evitar los macronutrientes y ultraprocesados. “Comer alimentos, que es a lo que nuestro cuerpo está preparado”, relata. El ejercicio es fundamental porque disminuye la presión arterial o el colesterol. “Cuanto más ejercicio hacemos, menos nos morimos”. Importante el entrenamiento de fuerza que ha demostrado disminuir la incidencia de enfermedad cardiovascular. “Tener un musculo sano es un protector contra mortalidad”, comenta. También es relevante el descanso y sincronización, gracias a que la producción de hormonas siguen patrones que obedecen a los cambios de ciclos en la naturaleza. Los desórdenes del ciclo del sueño y vigilia también tiene efecto en la calidad de la mucosa intestinal. “Existe una correlación entre cantidad de sueño y riesgo infarto”.