Alberto Cornejo Málaga | viernes, 04 de noviembre de 2016 h |

Como preparadores de medicamentos individualizados, los farmacéuticos formulistas saben bien que para asegurar el éxito —en su caso, la elaboración de la fórmula prescrita— es de vital importancia el cumplir fielmente los pasos y, más si cabe, no dar pasos fallidos. Una máxima que podría trasladarse al debate sobre si desde los colegios farmacéuticos se está potenciando de forma óptima la actuación más tradicional de la profesión o bien se están cometiendo fallos (por error u omisión).

En este sentido, no parece ser que se esté aplicando actualmente la mejor fórmula para el éxito, valga la redundancia. Sobre ello se debatió recientemente en Málaga en las V Jornadas Científicas de la Asociación Española de Farmacéuticos Formulistas (AEFF). En concreto, en una mesa redonda que analizó las oportunidades de actuación de los COF ante el medicamento individualizado. Podría decirse que los colegios “hacen una labor muy importante en cuanto a lo que pueden hacer por la formulación, pero pueden hacer mucho más”, resume a EG Rafael Puerto, presidente de AEFF. ¿Por ejemplo? La lista “es larga”, avanza Puerto: formación a los colegiados en este área, organización de actos docentes interdisciplinarios, apoyo logístico en edición de guías de Buenas Prácticas, programas de control de la calidad como servicio colegial, apoyo legal, etc.

Al margen de este glosario de actuaciones —“algunas ejecutadas y otras no, pero todas permanentemente reivindicadas”, recuerda Puerto—, una de las vias más directas para chequear el apoyo de los COF a la FM es la existencia de vocalías específicas del ramo. En este caso, los números ‘cantan’: solo siete de 52 entidades disponen de ella (bien con vocalías concretas o asociadas a la vocalía de Dermofarmacia). Es decir, apenas un 13 por ciento. Tampoco la tiene a nivel nacional el Consejo General, pero sí ha reactivado recientemente su Grupo de Trabajo de Formulación, amén de sus competencias en aspectos como la interoperabilidad de la prescripción electrónica de medicamentos individualizados. Una implicación también como organismo de cohesión e interlocución que se valora positivamente desde AEFF.

Esta cifra de vocalías es “insuficiente a todas luces”, a juicio de Puerto. “En los colegios que no disponen de este espacio, se adjudica tradicionalmente al vocal de Oficina de Farmacia, pero pensamos que una actividad tan concreta y específica como la elaboración de medicamentos individualizados no es acertada ponerla en manos de un vocal que su grado de conocimiento, implicación o afinidad con esta actividad puede ser variable, en función de la importancia que le de a este campo o en relación con la multitud de asuntos que conlleva su vocalía”, dice.

El COF de Madrid es una de esas 7 entidades con vocalía de Formulación. Su titular, José Antonio Sánchez-Brunete, participante en esta mesa celebrada en Málaga, defiende que “es necesario que en toda Junta de Gobierno colegial haya una persona experta en esta faceta profesional, que la practique con asiduidad y tenga conocimiento de su legislación particular”. A su parecer, “la existencia de una vocalía es la manera de asegurar la presencia de al menos un miembro en la Junta con este perfil”.

Precisamente, las conclusiones de esta jornada de AEFF ponen de manifiesto la necesidad de vocalías de FM para atender aspectos como la redacción del contenido de los conciertos y su seguimiento, la relación con los servicios de inspección, los procesos devolución de recetas, las leyes de ordenación y dudas profesionales relacionadas con el fármaco individualizado. Unas dudas que en algunos casos responden sus Centros de Información del Medicamento —por ejemplo, el del COF de Madrid atendió más de 29.300 consultas sobre FM el pasado ejercicio—. “La labor de los CIM es muy útil, pero a la hora de tratar con la Administración tiene más fuerza un vocal”, estima Sánchez-Brunete.

Oposición a laboratorios colegiales

En lo que la AEFF sí se muestra más contundente, posicionándose “absolutamente en contra”, es que los colegios cuenten con laboratorios para ofrecer este servicio de formulación o bien para que los profesionales puedan acudir a estos espacios a preparar fórmulas. Desde este colectivo se recuerda que el marco legal contempla que cuando una botica no reúna las condiciones para formular podrá encargar a otra oficina la elaboración de ese preparado (como así acaba de refrendar la nueva normativa en Andalucía). Por tanto, “todas aquellas actuaciones colegiales que se salgan de este marco consideramos que hacen flaco favor a los colegiados que han invertido tiempo en formación y dinero en sus instalaciones”, critica Puerto. Según las estimaciones que maneja AEFF, tres colegios ofrecen oficialmente este servicio, si bien “nos consta que hay algunos más actuando de manera relativamente ambigua”.

La responsabilidad es compartida tanto para el que oferta como el que demanda: “pensamos que la primera obligación del farmacéutico es ejercer como tal y no delegar sus responsabilidades profesionales en instituciones que, aunque actuando de buena fe, favorecen un grado de acomodación negativo para la profesión”, recalca Puerto. Además, considera que acudir a la sede colegial para elaborar la fórmula “no lo vemos viable sin incumplir las normas de adquisición de materias primas, transporte, cadena de frio, etc”. Respecto a los COF, hubo consenso en este encuentro en estimar que su misión es que se formula “cada vez más y mejor en la oficina de farmacia, que no se pierda esta actividad ni quede en manos de unos pocos”. Mientras, respecto al uso de los laboratorios colegiales, se espera que la Ley Omnibus —pendiente de aplicación— racionalice su papel, o bien tengan uso como “espacios formativos”.

Por otra parte, en la jornada de Málaga también hubo tiempo para adentrarse en otros asuntos que afectan al panorama actual y futuro de la FM, como la relación prescriptor-formulador (en concreto, su mayor comunicación), la especial importancia del medicamento individualizado en determinadas patologías (como los procesos ulcerosos) y la mala remuneración de las fórmulas en algunas CC.AA, como Andalucía.