S. C. Madrid | miércoles, 14 de marzo de 2018 h |

“Las vacunas no salvan vidas: lo que las salva es la vacunación”, apuntaba Silvia Cobaleda, Medical Affairs Lead Pediatrics Vaccines durante la ponencia celebrada en el segundo día de Infarma 2018, titulada ‘El apasionante viaje de las vacunas’. El periplo desde que se llega a una idea hasta que se tiene la vacuna inyectada en el brazo de la persona puede durar entre 10 y 30 años, un largo camino que debe estar salpicado en todo momento por estrictos controles de calidad. Los estudios realizados sobre vacunas deben tener un tamaño y duración suficiente como para poder aportar pruebas estadísticas de sus beneficios, lo cual puede hacerlos durar varios años y contar con 10.000 pacientes en cada estudio de fase III.

También hay que tener en cuenta ciertos requerimientos como son, por ejemplo, el mantenimiento de la cadena de frío (entre 2 y 8 grados), un punto que dificulta su transporte hasta distintos países del mundo.

“Cada día GSK envía dos millones de vacunas desde las 17 fábricas que tiene en todo el mundo a cualquier punto del planeta”, sigue Cobaleda. Cada dial puede estar sometido hasta a 500 controles de calidad, necesarios para que se siga cumpliendo la máxima de que la inmunización evita 2,5 millones de muertes cada año.