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Aunque el compromiso, tanto de oncólogos como de farmacéuticos, sea el de mejorar la calidad y la seguridad del paciente, para Mónica Climente, del Hospital Dr. Peset de Valencia, no es suficiente. Puesto que, en su opinión, el futuro de ambos van dirigidos hacia la humanización. “No haciendo más cosas, sino haciéndolas de una forma diferente, como incorporando aspectos de la relación personal o intentar resolver las necesidades de las múltiples dimensiones de la persona, más allá de únicamente el problema clínico”.

De igual forma han opinado Gerardo Cajaraville, miembro de SEFH-GEDEFO y Jesús García-Foncillas, de la Fundación Jiménez Díaz, durante la jornada del III Curso Internacional ONCOFIR. En concreto, Cajaraville ha apuntado respecto a la humanización que “esta implica un cambio de actitud y de comportamiento”. Asimismo ha resaltado la importancia de incorporar criterios de medición relativos a la percepción del paciente, ya que “si el objetivo es poner al paciente en el centro del sistema, hay que tenerle en cuenta y no solo en el componente clínico”.

Trabajo conjunto

García Foncillas ha incidido sobre la importancia del trabajo conjunto entre oncología y farmacia de hospital. “Bajo mi experiencia, somos dos departamentos que es importante que trabajemos codo con codo, porque cuando hablamos de experiencia del paciente lo que queremos es traducir su reacción a un contexto de trabajo multidisciplinar, desde el diagnóstico hasta el tratamiento”, ha expresado. Además, ha puesto de relieve que “cuando hay una proactividad desde la consulta de farmacia oncológica la vivencia del paciente cambia; en casos como este es en los que se percibe que a través del trabajo multidisciplinar, podemos cambiar la experiencia del paciente”.

“La opinión del paciente es fundamental. Un sistema sanitario es bueno o malo si se percibe como bueno o malo; lo tiene que percibir el paciente”, ha asegurado Vicente Guillem, de la Fundación Instituto Valenciano de Oncología-IVO y coordinador de la jornada, quien también ha advertido de que los PREMs (experiencia reportada por el paciente) han demostrado un aumento en la supervivencia de los pacientes.

Asimismo, los PROMs (resultados reportados por el paciente) también resultan esenciales. En este aspecto entra en juego lo que para estos expertos es un problema: la tecnología.

“Cuando hablamos de experiencia del paciente lo que queremos es traducir su reacción a un contexto de trabajo multidisciplinar, desde el diagnóstico hasta el tratamiento”

Jesús García-Foncillas, de la Fundación Jiménez Díaz

Instrumentos de medición

En palabras de Climente, hay multitud de instrumentos, de cuestionarios, y los profesionales tienen dificultad para interpretar los datos en la práctica clínica. Según Cajaraville, implantar la tecnología necesaria para llegar a procesar estos datos es, también, una tarea complicada.

“Porque requiere tener un dispositivo, una app que recoja eso adecuadamente y que el profesional sanitario tenga una información rápida, inmediata y muy procesada para que, cuando el paciente entre, pueda hacer uso de esa información”, ha enumerado el experto.

Aun así, Foncillas ha presentado como novedad la puesta en marcha de la acreditación QOPI de ASCO. Esta, permite marcar una serie de pautas de calidad, teniendo muy presente cómo es la percepción del paciente.

“De alguna forma, (la acreditación) nos permite empezar a calibrar si, el resultado que estamos obteniendo y el nivel de calidad en cada uno de los pasos, corresponde a lo esperado. Pero, ¿qué tenemos que hacer? Ir un paso más allá”, ha aseverado Foncillas.

“Implantar la tecnología necesaria para procesar los datos también es una tarea complicada. Porque requiere una app que los recoja adecuadamente. También que el profesional sanitario tenga una información rápida, inmediata y muy procesada para que, cuando el paciente entre, pueda hacer uso de esa información”

Gerardo Cajaraville, miembro de SEFH-GEDEFO

Otro concepto al que se ha referido Foncillas es el de la decisión compartida dinámica. “Este, se está moviendo mucho entre sociedades científicas y asociaciones de pacientes sobre todo en países anglosajones y consiste en tomar la perspectiva del paciente y, al mismo tiempo, hacerle partícipe de aquellas decisiones que le competen“. Foncillas ha insistido en que estos métodos “forman parte de un proceso progresivo hacia la corresponsabilidad”, por lo que ha animado a “dar al paciente criterios y escucharle”.

Para estos expertos, la medicina debe abarcar una visión humanística que se separe del papel y se acerque un poco más a la piel. “Es un gran reto, pero eso no es justificación para no dar los primeros pasos”, ha concluido Cajaraville.


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