El consumo de fármacos, tanto en salud humana como en veterinaria, no deja de aumentar. Y, una vez excretados, los medicamentos llegan, en el mejor de los casos, a las estaciones de depuración de aguas residuales, pero estas depuradoras se diseñaron para eliminar fundamentalmente la materia orgánica, no para deshacerse de microcontaminantes como los fármacos.
Por ello, es posible encontrar restos de fármacos tanto en aguas superficiales como subterráneas o costeras e, incluso, en el agua para el consumo humano. También se encuentra en medios sólidos, como suelos o lodos de depuradora. Por lo que es esencial hacer frente al gran desafío que supone la contaminación ambiental de los medicamentos.
En una publicación realizada por diferentes profesionales del ámbito de la Farmacia Hospitalaria (FH) para la revista Elsevier, se aborda este reto con el objetivo de encontrar posibles soluciones desde la perspectiva de la FH. Los autores apuntan que se trata de un asunto “muy complejo”, pues “implica a múltiples agentes con visiones e intereses muy diferentes acerca de los medicamentos”. De esta forma, indican que se debería actuar en todos los pasos del ciclo de vida del medicamento. “Hasta el momento los profesionales sanitarios hemos sido parte del problema; es hora de que formemos parte de la solución“, declaran.
Fármacos en el medioambiente
Según los últimos datos disponibles (hasta el año 2021), ya se han medido 992 principios activos en las diferentes matrices ambientales. Se han medido fármacos de prácticamente todos los grupos terapéuticos, pero los que se han estudiado más extensamente son los antimicrobianos, antiinflamatorios, psicofármacos y fármacos cardiovasculares.
Un reciente estudio liderado por científicos de la Universidad de York ha estudiado la presencia de fármacos en los ríos de más de 100 países diferentes, demostrando que la contaminación ambiental por fármacos es un asunto global y que, además, las concentraciones halladas resultan ser con mucha frecuencia dañinas para el medioambiente.
Por otro lado, un análisis del riesgo ecotoxicológico de las concentraciones halladas en el Global Monitoring of Pharmaceuticals, estimó que aproximadamente el 43,5 por ciento de las 1.052 ubicaciones de muestreo monitorizadas en 104 países presentaban concentraciones preocupantes de fármacos.
Además, el estudio recuerda que, a pesar de que los fármacos de uso humano se diseñan para ser activos en nuestra especie, se comparten múltiples dianas farmacológicas (enzimas, receptores, etc.) con infinidad de organismos vivos. Por tanto, los especialistas insisten en tener en cuenta el enfoque ‘One Health’, pues la salud humana, la animal y la medioambiental están estrechamente relacionadas y, al perjudicar el equilibrio, se puede acabar dañando la propia salud de la población.
También mencionan el problema de las resistencias antimicrobianas (RAM), que constituye una crisis de salud pública a nivel mundial. “El uso excesivo de antibióticos en los sectores médico, veterinario y agrícola podría ser la causa fundamental del desarrollo de las RAM en todo el mundo”, exponen. Y añaden que “la imprudente venta libre de antibióticos en algunos países, el saneamiento inadecuado y el vertido de antibióticos no metabolizados o sus residuos a través de heces/estiércol y efluentes industriales en el medioambiente han empeorado el problema”. En esta línea, aseguraron que la presencia de fármacos en el medioambiente es un factor que contribuye a la aparición de resistencias.
En este sentido, los programas de optimización del uso de los antibióticos (PROA) se consideran actualmente herramientas imprescindibles dentro de la estructura de calidad asistencial y de seguridad del paciente en los hospitales de todo el mundo.
Soluciones sobre la mesa
Acerca de las posibles soluciones, los autores de la publicación destacan diferentes medidas que están sobre la mesa y, algunas, ya puestas en marcha. Por ejemplo, alaban la iniciativa de la Sociedad Española de Farmacia Hospitalaria (SEFH) de adherirse al Pacto de las Naciones Unidas, y que haya liderado la iniciativa ‘2023 + SOStenible‘.
Asimismo, consideran “muy acertada” la idea de la Royal Pharmaceutical Society británica acerca de que el fármaco más verde y respetuoso con el medioambiente es aquel que no se prescribe ni se utiliza. Sin embargo, lo ideal es que se pudiera disponer de fármacos eficaces y seguros, que una vez alcancen el medioambiente fueran fácilmente degradables.
La Comisión Europea, en la actualidad, está dedicando una importante cantidad de recursos para diseñar fármacos más verdes, así como procesos de fabricación de fármacos más respetuosos con el medioambiente, a través de los proyectos PREMIER y TRANSPHARM, entre otros.
Por otro lado, el estudio apunta a incorporar criterios ambientales en la adquisición de medicamentos, de forma que se prioricen fármacos fabricados de forma más respetuosa con el medioambiente. “Se puede tener en cuenta la huella de carbono de todo el proceso, así como el tratamiento de los vertidos de los laboratorios que fabrican los fármacos en países como la India o China”, señalan los autores. Y para favorecer la reducción de la huella de carbono, hay hace mención especial a la telefarmacia, cuya implementación está en auge y permite reducir los desplazamientos de los pacientes.
Además, sería conveniente realizar una redefinición de uso racional del medicamento, pues la propuesta acordada en una reunión de la OMS hace ya 40 años no hacía mención al medioambiente. Del mismo modo, a la hora de prescribir los fármacos, los médicos deberían tener en cuenta criterios medioambientales. Y los expertos coinciden en la necesidad de establecer medidas de ecofarmacovigilancia.
También se plantea reducir la oferta de fármacos disponible. “Quizás sea una buena idea, siempre que existan alternativas igual de seguras y eficaces, tanto desde un punto de vista terapéuticos como medioambiental”, afirma el estudio.
La correcta eliminación de medicamentos se erige como otra medida fundamental y, en España, es SIGRE el sistema autorizado para la recogida de medicamentos de uso humano.
Finalmente, la redispensación se menciona como una de las acciones que podrían ayudar a disminuir los residuos de
medicamentos. Sin embargo, se trata de una práctica ilegal en muchos ámbitos (es el caso de España) por problemas de calidad y seguridad. Sin embargo, existen iniciativas que tratan de soslayar estas dificultades mediante el diseño de sensores de humedad y temperatura, que permiten garantizar que el medicamento dispensado sigue manteniendo las condiciones idóneas de conservación.
En este contexto, Países Bajos cuenta con la plataforma online PHARMASWAP, para evitar que medicamentos próximos a su fecha de caducidad terminen caducando, conectando oficinas de farmacia, almacenes de distribución y hospitales. Y, en nuestro entorno existe la iniciativa FARMASTOCK en Andalucía o Farmatrueque en Castilla La Mancha.
Y todo ello debe ir acompañado de la formación de los profesionales y la colaboración entre el mundo sanitario y el medioambiental. “El conocimiento sobre medicamentos de los profesionales sanitarios puede resultar beneficioso a la hora de desarrollar e implementar medidas para afrontar el problema y también en la investigación”, concluye el estudio.