La dispensación coordinada de medicamentos hospitalarios entre la farmacia hospitalaria y las oficinas de farmacia es un “éxito” en lo que respecta a su aplicación sobre el terreno y aceptación por parte de su potencial ‘target’: cerca de un millón de pacientes externos adscritos a los servicios de Farmacia de toda España. Todo ello, lógicamente, a expensas de seguir ‘afinando’ entre Administraciones y profesionales un modelo impulsado “de la noche a la mañana” en marzo de 2020 —en palabras de Ana Herranz, vocal nacional de Hospitales del Consejo General de Farmacéuticos— con la celeridad a la que obligaba por entonces la irrupción de la Covid-19 y la necesidad de evitar las visitas de pacientes a los entornos hospitalarios.

Estas son las conclusiones generales del estudio “Valoración de experiencias de dispensación colaborativa de medicamentos DHDH durante la COVID-19” presentado este 13 de octubre por el Consejo General de Farmacéuticos en colaboración con la consultora Hiris. Un informe que analiza los modelos de dispensación coordinada implantados en seis comunidades (Andalucía, Aragón, Cataluña, La Rioja, Navarra y Cantabria) y que, cabe recordar, la propia ministra de Sanidad, Carolina Darias, ya ha manifestado la intención de que se mantenga más allá de la pandemia.

“Es un modelo que impulsa la colaboración entre la farmacia hospitalaria y la farmacia comunitaria que asegura la continuidad asistencial; un aprendizaje que debe valer para avanzar en la innovación del SNS”, expone por su parte Jesús Aguilar, presidente del CGCOF. “Cuesta mucho innovar en Sanidad, y creo que esta dispensación colaborativa lo consigue”, opina por su parte Jordi de Dalmases, vicepresidente de la corporación y uno de los coordinadores del estudio.

El informe evalúa estas experiencias regionales a través de los datos cosechados y las propias opiniones de los agentes implicados: pacientes, farmacéuticos comunitarios y hospitalarios, y distribución farmacéutica (eslabón encargado del traslado de la medicación del hospital a la botica para su recogida por el paciente).

Opinión de los pacientes

Por ejemplo, respecto a los pacientes, el 72 por ciento de los encuestados que ahora se benefician de la dispensación coordinada acumulaba más de dos años yendo periódicamente al hospital a recoger su medicación —con una media de 42 kilómetros por cada desplazamiento—. El 52 por ciento comenzaron a recibir su medicación en la farmacia comunitaria desde el mes de marzo de 2020. Según el 54 por ciento de los encuestados, el farmacéutico del hospital fue quién le ofreció esta alternativa.

En cuanto al lugar principal de recogida del medicamento DHDH durante la COVID-19, casi la totalidad de los encuestados (98 por ciento) lo hizo en la botica. En la mayoría de los casos (88 por ciento) fue el propio farmacéutico comunitario el que contactó telefónicamente con los pacientes para que pasasen a recoger la medicación. La frecuencia más habitual con la que les llegaron los tratamientos de cada paciente fue mensual (64 por ciento).

Respecto a la valoración, una gran mayoría (96%) declara que está totalmente satisfecho con el circuito de dispensación colaborativa y solo un 4 por ciento lamenta el escaso interés por parte del farmacéutico comunitario. Los argumentos más valorados fueron la comodidad y rapidez (48 por ciento), no tener que ir al hospital (40 por ciento), evitar desplazamientos molestos (38), proximidad de la farmacia (24%), ahorro en transporte (22%) y amplitud del horario de la farmacia (20 por ciento).

Opinión de los profesionales

Tanto los farmacéuticos hospitalarios como los comunitarios se muestran satisfechos con el circuito de colaboración en la dispensación implementado y creen que, respecto de otras opciones posibles (entrega a domicilio desde los SFH, a través de los centros de salud…), es el más adecuado.

En la mayor parte de las ocasiones el número de pacientes atendidos en las farmacias comunitarias entrevistadas ha oscilado entre 1 y 4 por cada farmacia. Excepcionalmente, alguna FC declara haber tenido más de 10 pacientes distintos. Por otro lado, los entrevistados afirman haber recibido tanto pacientes habituales y conocidos por otros tratamientos, como pacientes no habituales, presumiblemente por proximidad al lugar de trabajo o para mantener la confidencialidad del tratamiento.

Según los farmacéuticos comunitarios, la colaboración en la dispensación favorece el seguimiento farmacoterapéutico del paciente -al facilitarle tanto su medicación habitual como la medicación hospitalaria-, una atención más personalizada -que puede repercutir en una mejor atención farmacéutica y adherencia-, una normalización de la enfermedad crónica, menor riesgo -por la disminución de la frecuencia de visitas al hospital-, y un ahorro económico y de tiempo significativos.

Por su parte, los farmacéuticos hospitalarios entrevistados también valoran positivamente la experiencia y se muestran proclives a que aquellos pacientes externos que cumplan ciertos criterios (estabilidad clínica, seguridad del fármaco…) puedan recibir los medicamentos DHDH en la farmacia comunitaria tras recibir la primera dispensación en el hospital, también después de la pandemia.

En cuanto a las ventajas para los propios SFH, los farmacéuticos hospitalarios opinan que el procedimiento de colaboración en la dispensación es necesario durante la COVID para reducir el riesgo de contagio en el hospital. Y también valoran la reducción del número de pacientes y de consultas atendidas en el SFH, que se traduce en una mejor atención a los pacientes hospitalizados y a quienes siguen acudiendo presencialmente. Para los FH, a largo plazo la colaboración con las farmacias comunitarias facilitaría la descongestión de trabajo en los SFH y poder dedicar más tiempo para otras tareas con mayor valor profesional.

Aspectos a mejorar

El estudio realizado por Hiris para el CGCOF también identifica aquellos aspectos a pulir y/o mejorar en el asentamiento futuro de este modelo de dispensación colaborativa. Entre ellas, el documento señala una posible mayor comunicación entre los profesionales así como una compensación justa a farmacéuticos comunitarios y distribuidores por el servicio prestado frente a su actual participación sin remuneración asociada.

No obstante, no es este último un asunto que esté actualmente sobre la mesa del CGCOF. “No lo hemos pensado. Si este es un modelo de éxito, como se ha demostrado en esta crisis sanitaria, y se quiere aplicar en todo el país y extender, ya sí habría que plantear estas cuestiones”, ha señalado su presidente, Jesús Aguilar.

Otro aspecto por afinar sería la unificación de los protocolos con los que se aplica esta dispensación coordinada en cada CC.AA y, que, por ejemplo, genera inequidades respecto al rol del farmacéutico comunitario. En algunas regiones, el farmacéutico comunitario no tiene potestad para abrir el paquete en el que se incluye la medicación a entregar al paciente, “lo que impide que conozca su contenido y no se garantice un consejo sanitario asociado”, ha apuntado Jesús María Fernández, director de Hiris.

Este experto también ha sugerido que, de cara a facilitar el asentamiento y encaje jurídico-legal de este modelo, “habría que hacer una revisión de la consideración de reserva singular que tienen estos medicamentos DHDH”.