Alberto Cornejo Madrid | miércoles, 28 de marzo de 2018 h |

Pregunta. En el mapa son todos los que están, pero no están todos los que son. Y es que asegura haber pisado más de 60 países. ¿Dónde querría clavar las próximas chinchetas?

Respuesta. ¿Cuántos me faltan? Muchos. Pero tengo especial interés en conocer China. Por ejemplo, Shangai. En junio lo cumpliré. Ya estuve en Hong Kong, pero cuando aún no pertenecía a China. Me impresiona la rapidez con la que construyen infraestructuras y cómo avanzan en lo digital.

P. Entiendo que para llegar a esas cifras computa tanto trabajo como ocio…

R. No es sólo la cifra de países visitados, sino la cantidad de veces que he repetido en alguno de ellos. Efectivamente, buena parte de esa lista es gracias al trabajo, como cuando me fui a vivir a Estados Unidos en los 90. Pero a nivel personal, en la familia siempre hemos tenido inquietud por viajar, por conocer otras culturas, otras gentes, esas ganas de conocer cómo se comportan otras sociedades, el intercambio de valores…

P. MSD “mejora la salud de las personas”. ¿Los viajes mejoran la suya?

R. Si hablamos de enriquecimiento espiritual, cultural, aprendizaje, conocimientos, etc., por supuesto. Por ejemplo, los años que estuve dirigiendo Latinoamérica, mantuve mi domicilio en España y tanta dinámica de viaje a las oficinas de New Jersey no fue de lo más saludable, pero sí muy rico en experiencias.

P. ¿Ese hábito hizo al monje?

R. No sabría decir qué va primero. Desconozco si por tanta rutina de viaje profesional tengo esa necesidad luego en lo personal. Lo que sí puedo asegurar que si pudiese empezar de cero, repetiría esta vida. Ahora bien, este hábito profesional también tiene ventajas e incovenientes.

P. Prefiero quitarnos primero lo malo.

R. Por ejemplo, la pérdida de arraigo.

P. ¿Y lo bueno?

R. Me ha hecho y hace muy feliz poder llevar nuestros productos por medio mundo y facilitar el acceso a la salud.

P. Hay una marca de joyería llamada “Uno de 50”. En su caso, escoja “uno de 60”.

R. El mío, el nuestro. No es subjetividad ni nacionalidad, sino por su equilibrio entre cultura, tradición, gastronomía, clima, Sanidad, seguridad… Que España es diferente no es un tópico. Pero Latinoamérica también lo siento muy cercano. Me siento en parte mexicano, argentino, ecuatoriano… ¿Y qué decir de Europa? Hungría, República Checa, Rusia… Son países maravillosos y cualquiera aporta experiencias positivas. Pero el equilibrio lo tenemos aquí.

P. “Todo aporta”. ¿De verdad no hay alguno en el que no le volverán a ver?

R. Volvería a todos, pero es cierto que en algunos sufres más que en otros. Bien porque haya más pobreza, discriminación… Esas cuestiones te invitan a replantearte repetir.Y también pensar como puedes ayudar desde el terreno personal y desde el de la propia compañía.

P. Redundemos con siglas: la RSC de MSD.

R. Asi es. A nivel interno, tenemos políticas de no discriminación y lucimos distintivos de igualdad. Y, a nivel mundial, proyectos como el programa Mectizan, por el cual hace 30 años que no vendemos y solo donamos nuestro producto Mectizan para erradicar la “ceguera de los ríos”. La propia OMS ha certificado que se ha conseguido erradicarla de cuatro países de Latinoamérica y en nueve zonas de África. También tenemos “MSD para las Madres”, una campaña iniciada en 2011 con el objetivo de reducir las muertes relacionadas con el embarazo y el parto, del que se han beneficiado unos seis millones de mujeres en todo el mundo.

P. En su carrera profesional ha asistido, y liderado, operaciones de fusión. En ciertos viajes, ¿mejor acompañados que solos?

R. En lo general en la vida, es mejor ir acompañado. Ligero de equipaje pero con ganas de llenar la mochila. Ya lo sugiere el dicho: si quieres ir rápido, ve solo; pero si quieres llegar lejos, ve acompañado.

P. Vd que lo ha usado mucho , ¿a qué le daría pasaporte?

R. A la discriminación y la pobreza. Personal y empresarialmente intentamos contribuir en todo lo posible a darle pasaporte a ambas cuestiones.

P. En el suyo se podrán encontrar muchos sellos. ¿En qué destacaría el suyo?

R. Líder entusiasta y jugador de equipo. Al menos eso es lo que pienso yo, tendrían que corroborarlo terceros. También capacidad de motivación y reinventarme.

P. Por cierto, en su viaje profesional, ¿qué tal va esta parada en la presidencia y dirección general de MSD?

R. Muy bien. Trabajo contento, esa es la verdad. Ya había sido director en España con Schering Plough, por lo que las claves del país ya las conocía. Y luego encontré una compañía con una gran implantación e imagen, con un equipo muy capaz.

P. Predicando con el pipeline de MSD, tras tantos años ejerciendo altos cargos, ¿está ya vacunado contra la presión?

R. Honestamente, no. Siempre encuentro momentos difíciles. Lo intento disimular, mantener el control, no perder las formas, reflexionar profundamente. Pero la presión, como la procesión, va por dentro.

En diez líneas

De Ángel Fernández (Hellín, Albacete, 1957) podría decirse que es un “hombre de mundo”. Basta con hacer un repaso ‘geográfico’ a sus cuatro décadas de trayectoria profesional en el sector farmacéutico. Empezó en 1976 en Schering-Plough España. En esta división ejerció como presidente y director general, amén de dirigir las operaciones en Europa Central y del Este, Argentina y Ecuador, ocupando puestos de dirección en Estados Unidos y México. Antes de ejercer desde noviembre de 2012 la presidencia y dirección general de MSD España y Portugal, hizo las Américas para ocupar, en 2009, la Presidencia de América Latina en la época en la que se produjo la integración de ambas. También le interesa la Historia, como la que hizo ‘su’ medicamento Keytruda en 2017 acumulando premios como fármaco del año. En la conversación usa símiles —”saber cuándo hay que aguantar la pelota y cuándo apoyarse en el compañero”; “no meterse en la portería antes que el balón”— que saca a la luz una vena futbolera. Colchonera.