La crisis sanitaria derivada de la COVID-19 puso de manifiesto las vulnerabilidades de los sistemas de salud en todos los países. El ingente trabajo de los profesionales, en ocasiones, no fue suficiente ante el colapso de nuestros sistemas de prevención y salud. Pero la pandemia también ha dado la oportunidad a los farmacéuticos para involucrarse y aportar sus conocimientos en la lucha contra el virus. El mensaje de la Organización de la Salud (OMS) es claro: la Farmacia tiene mucho que decir para recuperar nuestros sistemas sanitarios de cara al futuro.

El doctor Luther Gwaza trabaja en el departamento de Medicamentos Esenciales y Productos sanitarios de la OMS y expuso, durante su intervención en una ponencia del Congreso Mundial, varias reflexiones sobre el papel que deben jugar los farmacéuticos en las cuestiones sobre la salud. El doctor iniciaba su planteamiento comparando su país de origen, Zimbabwe, con su lugar de residencia, Suiza. En su hogar natal la vacunación se hacía en casas, colegios o lugares que no estaban provistos de las condiciones adecuadas para ello; mientras, en la ciudades europeas, habilitaban centros de vacunación masiva o instalaban vacunódromos ad hoc para los ciudadanos. “Todo el mundo, viva donde viva, debe tener acceso a las medicinas” y se preguntaba si al incluir a los profesionales farmacéuticos en las decisiones sanitarias, la desigualdad en el acceso a las vacunas hubiera sido menor. 

“La salud es una necesidad preeminente, pero sólo una pequeña proporción de personas pueden disfrutar de los beneficios que la ciencia trae para nuestro bienestar”

Una de las cuestiones que más sorprendía a Luther Gwaza era cómo, hace 70 años, los documentos e informes de la OMS recogían los mismos problemas que ahora: “la salud es una necesidad preeminente, pero sólo una pequeña proporción de personas pueden disfrutar de los beneficios que la ciencia trae para nuestro bienestar”. Por ello, el doctor reivindicaba una mayor financiación y cooperación entre la Farmacia, Administraciones Públicas y el resto de profesionales sanitarios para acelerar el desarrollo de test, terapias o vacunas y asegurar, de esta manera, el acceso equitativo a las mismas.

Cambiar las políticas

La implicación de los farmacéuticos, que estuvieron en primera línea durante la pandemia, se delimitó a una respuesta sobrevenida por las circunstancias tan graves del momento. La industria farmacéutica fue capaz de incorporar, de manera vertiginosa, cambios y estrategias para diseñar la vacuna con la que derrotar al virus. Pero a esa pronta respuesta del sector no la acompañaron, al mismo ritmo, las decisiones gubernamentales. Deben producirse cambios en la legislación para, según el doctor Gwaza, garantizar un acceso equitativo a los tratamientos y vacunas. Unos cambios regulatorios que, por urgencia pandémica, se produjeron en días o semanas, pero que, en circunstancias menos excepcionales, no hubiera sido posible. 

Atender a la conducta humana

Uno de los desafíos sanitarios en los que la OMS ha puesto el foco es la ciencia conductual, es decir, cómo la conducta humana tiene una relación directa en la salud pública y los tratamientos para preservarla. De hecho, la organización ya ha incorporado este tipo de fórmulas en sus directrices. “Los desafíos sanitarios implican el comportamiento de la persona”, afirmaba el doctor Gwaza, al insistir sobre la necesidad de esta disciplina. El doctor ponía de ejemplo la transmisión del Ébola, donde las ceremonias de inhumación, que en algunas culturas implican el contacto directo con el cadáver, contribuían a la expansión de la enfermedad. La concienciación para evitar los riesgos de este tipo de prácticas ceremoniales se produjo a raíz de colaborar con psicólogos conductuales. Este campo, explicaba el doctor, podría ser una buena especialización que incorporar a un sector farmacéutico que no sólo distribuye medicamentos, si no que además ofrece información, consejo y asesoramiento a quienes lo necesitan.


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