J. Ruiz-Tagle Valencia | viernes, 09 de febrero de 2018 h |

La Comunidad Valenciana sigue potenciando la entrada de biosimilares en los hospitales de gestión directa. Con datos actualizados a diciembre de 2017, la penetración de estos medicamentos alcanzó la cifra del 38,52 por ciento. La cifra representa un crecimiento de 24 puntos porcentuales si se toma como referencia la cuota de penetración existente en 2015, cuando el gobierno formado por el PSOE y Comprimís se hicieron con el gobierno autonómico.

Desde la Dirección de Farmacia de la Consejería de Sanidad Universal se muestran muy satisfechos “por las políticas emprendidas” para el crecimiento de estos fármacos. Además, explican que el dato ofrecido debe tomarse en consideración atendiendo a los biosimilares existentes en el mercado en 2015 (eritropoyetina, folitropina, somatropina, filgrastim, infliximab e insulina). “A modo aclaratorio, se indica que la penetración de biosimilares se calcula, en porcentaje, considerando como numerador las adquisiciones (euros) de medicamentos biosimilares y como denominador las adquisiciones (euros) de los medicamentos biológicos que tienen presentaciones biosimilares más las adquisiciones de los medicamentos biosimilares”, aseguran desde la Consejería.

La apuesta por el impulso de estos medicamentos es una de las señas de identidad de la política farmacéutica de esta comunidad. Ya en 2016, la propia consejera, Carmen Montón, aseguró que el objetivo era duplicar la cuota de penetración (dato que se logró) y obtener un ahorro de 7,5 millones de euros al año con esta política en combinación con las compras centralizadas.

Para el departamento que dirige Montón, “el uso de medicamentos biosimilares se entiende como una medida de eficiencia, manteniendo o mejorando la efectividad de los tratamientos y disminuyendo el impacto económico para el sistema público sanitario, siempre garantizando la libre prescripción del profesional médico”. Por ello, para facilitar su incorporación al mercado, la consejería pretende seguir una estrategia que se fundamenta en tres ejes. “Vamos a implementar procesos de evaluación objetiva y comparativa basada en la evidencia científica”, para garantizar que estos medicamentos son adecuados para los pacientes que los usan. Posteriormente, se quieren evitar “las decisiones arbitrarias mediante la identificación de criterios clínicos de utilización de los medicamentos disponibles para una misma indicación, seleccionando las alternativas que permitan obtener mayor beneficio”. Igualmente, se pretende identificar los criterios clínicos, si los hubiera, que podrían justificar no usar un biosimilar.